lunes, 2 de enero de 2012

ME HE SUICIDADO...




¡A DONDE NADA PUEDA CEGARME, A DONDE NADA PUEDA ESCLAVIZARME, CHILLANDO POR MÁS Y POR MÁS, LA CÓLERA ME HA VUELTO LOCO!
Una rosa negra, ha caído del cielo, -¿de que cielo ha caído esa rosa negra de donde hubiera venido?- No hay cielo, el cielo es la ilusión de creer que vivimos bajo un techo que nos protege, porque en realidad es mentira. Y más allá solo están nuestros miedos, y por eso nunca atisbaremos a entender el sentido del Universo. Pues más allá hay una fuerza, una energía, un sentido con su devenir incierto, marcado por quienes lo comprenden. Porque todo es una ilusión, y el cielo es el techo, en el cual nuestros miedos se reflejan, y circundan caminos de sangre que surcan los corazones de nuestros muertos. Y puede, que la respuesta la tengamos en nosotros mismos, y la distancia solo sea ilusoria, un algo lejano, para alimentar con más sangre nuestro odio, nuestro odio a lo incierto...
Yo siento cosas, muchas cosas, percibo energías en mi propio cuerpo provenientes de los demás seres que me rodean, vivos y no vivos, capto esencias que no sé explicar. No soy menos un chico que sepa o quiera saber bibliotecas, pero sí afirmo, que comprendo a las bibliotecas, no a las palabras, sino a quienes las escribieron, pues esa es mi sabiduría, ese es mi legado, el sentimiento. Y por él me rebelo, porque no soporto vivir en este tiempo. Y trato de contenerme, pero cuenta me doy de que algo no para de fluir por mis venas, y no es sangre, pues también fluye por mis carnes, por mis gestos, por todo aquello que me hace ser Alexander. Y puede que sea egocentrico, lo admito, pero no creo en las palabras, y busco, busco respuestas, dado que son cosas que no sé por qué, están dentro de mí. Y siempre me preguntaré sobre su por qué hasta que mi muerte en mi vida, que en sueño ya se ha producido, me aclare todo este meollo, y quien sabe lo que vendrá después.
Un saludo
...
¡ESA ES MI ESPADA, VEN A MI, VEN A MIS TRIPAS, ABRAZAME!
Y oscura, zangana, se me muestra la noche, y yo solo, camino, camino, por una carretera. Y veo una mancha de sangre, y mi rostro se refleja pues sobre ella, pero quien mira me mira con odio, como con rencor, con deseos de venganza...
¡Y HUYO, HUYO DE TEMOR, AL VER COMO MI MISMO ME ODIA, CORRIENDO POR UNA CARRETERA OSCURA DE NUEVO, A MERCED DE MIS LLANTOS, DE MIS LÁGRIMAS QUE CAEN EN LA OSCURIDAD!
Algo de...repente... me lleva a un sitio, en el cual mi real visitó. Y es el casino de Boecillo...
Entro por las puertas, adornadas de claveles, un edificio rosa me sepulta mis ojos. Y la gente, la gente...son como espectros que me miran a medida que circundo mi paso entre ellos. Los hombres me miran con desprecio, me insultan, e incluso me golpean, lo siento, y lo sufro. Pero y yo, maldito yo, trato de abrazarles, ¡no quiero odiarles, no lo percibo en mi interior!...quiero que me abracen todos, sentir algo de calor humano en mis carnes, que frías se me antojan...
Las mujeres no menos, me escupen a la cara, derramandose su legado sobre mis ojos, bañados con las lágrimas que surcan mi rostro. Y entonces, todos bailan, todos ríen, y yo solo, chillo, y nadie escucha mis lamentos...
¡CORRO, CORRO, NO SÉ A DONDE, Y POR EL CASINO ME PIERDO, EN LA OSCURIDAD!
Me miran los porteros, como susurrando entre ellos,-y mira a esta alma errante, como vaga, como vaga, ciega, ciega, atormentada, en su propia pesadilla, llorando, ciego, solo y loco- Entonces percibo escuchar sus voces en mi cabeza, y sigo huyendo, mientras las voces estruendan mi mente, cosas que no oigo pero que se reflejan en mi mente, como si fuera capaz de leer sus pensamientos, sus palabras.
Y apaleado, insultado y humillado, me veo odiando, me veo empañado de sangre, y todo se me queda oscuro. Y miro al cielo oscuro, si es que cielo es o nada es. Arrodillado, solo, mis ojos brillan como queriendo una respuesta recibir de lo que sea. Y el odio me envuelve, y digo...-¡Muertos que venís a por mí, mas la muerte quiere venir, aquí la espero y aquí la desafió. Mas y nada tengo ya que temer, pues carnes son las que me han golpeado, y de las cuales cuenta me he dado, que nada son. Y mas si ellos merecen la vida tener, yo deseo la muerte, y deseo mi desafío, prender con mi cólera al mundo, y que malditas sean estas mis palabras, con las que a los muertos, a un duelo os desafío!-
Algo de...repente...me encadena...me siento atado, y siento que pasan los años sobre mis carnes y sobre mi alma, siento el pasar del tiempo lentamente. Pero ya no lloro, siento deseos de terminar con esto para siempre...Y entonces, en un último esfuerzo por morir y ser libre, trato de romper mis cadenas...
¡MIS MÚSCULOS SE TENSAN, ME TIRAN LOS BRAZOS, SE ME AGARROTAN LOS MÚSCULOS DEL CUELLO, NO PUEDO RESPIRAR, ME AHOGO, MORIRÉ SIENDO ESCLAVO!
No...puedo...y me cuesta liberarme, y chillo a los muertos que en vida antes vivos conocí, pero nadie me ayuda, y entonces, el corazón me palpita, siento una llamarada de dolor, que me sacude el cuerpo, que me revienta por dentro, y entonces los ojos se me mueren...Se rompen las cadenas que me atan, pero siento salirme del cuerpo, y ya no hay esperanzas, ya no hay nada...Me siento vacío...
Entonces me veo de nuevo de pie, frente a ese charco de sangre, al inicio de mi sueño. Me vuelve a mirar mi yo desde este, y entonces súbitamente, le miro, y cojo un cuchillo lucero, y sin mediar mella ni nada más, lo inco en mi cuello, y sangre es la que tiñe los ojos de mi yo, mientras yo muero sin palabras, sin nada. Caigo al suelo y desaparezco.
Ahí comienza mi libertad, en el silencio, en la oscuridad se fragua la luz...

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