miércoles, 24 de febrero de 2010

SOBRE EL SIGNIFICADO DE LOS SUEÑOS Y EL ALMA. LA MENTE Y LOS SÍMBOLOS II


Muchas veces nos preguntamos por el significado de nuestros sueños en los que se nos aparecen infinitud de situaciones de las cuales somos incapaces de dar una explicación racional y aunada en una misma definición, en las que elementos de la realidad se mezclan con otros de profunda incoherencia, pues el ser humano, así como el universo que lo rodea no es una sola línea, sino que son un número infinito de ellas. Y así al estar plagada nuestra historia del mundo de racionalismo que impregna a todos los estratos sociales, se nos hace difícil visionar otras formas y manifestaciones de nuestro entorno, que puedan romper con ese denominador común que tenemos asignado. Ello no es ni más ni menos que un mecanismo antievolutivo favorecido para que, otras sociedades puedan suplantar a la nuestra con diferentes visiones y esquemas de el denominado estado, al caer la facultad del sueño en mera fantasía, y con ello desterrar la mayor parte de nuestra psique humana, quedando reducida a una pequeña porción que es la que se nos muestra en nuestra vida diaria.

Comentaba en el artículo anterior "El llanto de los humildes.Texto dedicado a los que tienen el síndrome de Down", que a veces esa realidad a la que atribuye el rango de manifestaciones deícticas, que esas pasiones escondidas en nuestro inconsciente, se nos manifiestan mediante sujetos o seres reales que se presentan ante nosotros como meros impulsos para despertar ciertas pasiones o estímulos que nos permitan avanzar en nuestra evolución como pueblo. Así, se habla en diferentes textos de la antigüedad, en apariciones de los dioses metamorfoseándose mediante formas ráquiticas de cara a no ser percibidas sus esencias divinas por los mortales. Otro motivo y a mi juicio el más importante es que muchos bajo formas repugnantes por llamarlo así, aparentemente necesitaban ayuda y atención. Y es aquí donde la actitud de los individuos era y es la de un paradigma psicológico en la que se juzga la honestidad interior, y la capacidad de realizar buenas acciones, de cara a tener acceso a una verdad mayor, que permita avanzar con más facilidad en la existencia, y acceder a conocimientos vetados para la mayoría de la población.

Una forma de pesar el valor del alma según la tradición egipcia, era juzgar en una balanza el alma del muerto, en la que el dios Anubis era el encargado de pesarla, sustancia áurea como tal, que determinaba el peso de las acciones de los individuos. Y si había más malas acciones que buenas, en este caso el alma era devorada por Bak, un monstruo con cabeza de cocodrilo y cuerpo de león. Tal vez ese simbolismo de esa representación de esa figura mítica, mediante el cocodrilo representaba la frialdad y el proceso de olvido al que se ve sometido ese alma, para luego mediante la sangre caliente del león reincorporarlo al mundo material bajo otras formas que simbolizan la descomposición del individuo, y de esta forma su vacío absoluto al no tener orden ni sentido en el universo, y estar expuesto al caos más absoluto en el que no hay toma de decisiones para regir ese transito por el mundo de la materia.
Otras culturas indoeuropeas lo hacían con la figura de PYRA que, en esta conjunción se encargaba de descomponer a ese alma maligna y extinguirla mediante su reintegración en el mundo de la materia que compone el universo,pero al igual que en el egipcio, esta se veía sometida al caos del universo. En el caso de que el alma sobreviviera a tal prueba de honestidad, esta se integraba en el Hades o comunmente en el lugar de los recuerdos colectivos patrones gnosícos de conducta de ese pueblo, en lo que era visto como el descanso de los héroes mediante su culto y deificación.

Y con ello podríamos definir una parte de el contenido de nuestra psique humana, en la que continuamente se nos van manifestando las fuerzas de la mente, que somos incapaces de liberar por el miedo a desprendernos de lo material y el plano ideológico-religioso que ello conlleva.