viernes, 13 de agosto de 2010

ESTOY HARTO DE SER JOVEN


Estoy harto de ser joven, hace unos años pensaba que sería mi mejor etapa, en aquellos oscuros años de mi vida, de los cuales he tratado de desprenderme, de pasar hoja y seguir viviendo, pero que sin embargo soy incapaz de olvidar, y lo intento pero no puedo. Ahora me he fumado un cigarrillo mirando a la ciudad, oscura ciudad en la que vivo, mirando a las estrellas y deleitándome de su belleza, contemplando su soledad. En el fondo supongo que soy como ellas, ellas brillan pero al haber tantas nadie las mira, solo unas pocas personas desde el anonimato, pues saben que nada pueden hacer para paliar su soledad, su melancolía, y por eso las dejan brillar, brillar en la nada, solas, absortas en su pensamiento mientras el Cosmos sigue su ciclo de expansión hasta que un día todo termine, pues lo eterno es una idea nada más. He querido llorar, pero ya no sé llorar, apenas lloro, me gustaría llorar, liberar algo de mi dolor, me gustaría chillar, que el tiempo me aliviase algo de esa carga que es vivir.

Pienso en las personas que están muertas, y a veces me gustaría ir al cementerio a buscar consuelo, a perderme entre los que ya no están aquí, sentarme en un banco y llorar. La verdad es que ojala hubiera un trabajo para llorar y consolar a los que en la soledad de las estrellas pacen de forma triste, el hacerlo me liberaría un poco, me haría sentirme más cómodo, más agusto, por lo menos ellos no te dicen nada, ya no están aquí, son solo recuerdos, almas vivas que caminan por nuestro pensamiento para darnos fuerzas para morir nada más. Ir a reencontrarme con lo que dentro de un par de años me tocará ser, polvo, silencio y soledad, que final tan bonito. Tal vez ese sea el precio que todos tengamos que pagar por nuestra lujuria, por existir, el precio por torturar al mundo, por hacer infelices a las personas y deleitarnos mientras la Tierra gira y a miles de años luz solo somos una motita de polvo en suspensión, como una lágrima vertida al mar...

Muere la gente, muere el mundo, y me pregunto si algo de nosotros, algo que las religiones tanto se aferran en mostrarnos, que tanto nos lavan el cerebro para que adoremos a un ídolo surgido de la mente humana, es verdad, si hay esperanza tras la muerte, si algo de mi pensamiento, algo que todavía se halle puro pueda pervivir. Desde luego si muero desearía ser llevado a Galicia, que ese fuera mi último pensamiento antes de partir hacia la penumbra, el consuelo de saber que por lo menos iré a la tierra de grandes guerreros, a la tierra del fin del mundo, y puedan recitarse allí mis palabras, mi legado, el legado del amor, de la rebeldía, de alma joven, por el mundo carcomida. Mientras el alba se pone y se despide el mar, suenan las gaitas, música prohibida tocada por manos puras, limpias de maldad, mientras mi legado se hunde en la mar. Porque amo Galicia, para mí Galicia no es una bandera, es un sentimiento, es mi tierra, es mi hogar, en la cual espera lo poco que me quede de humanidad llagar.

Partidos políticos, en mi caso falsamente patriotas, rufianes a los que sirvo, a los que desearía prender fuego a su estupidez, a su ignorancia, la mierda codiciosa que esclaviza a las autenticas mentes bajo propaganda para alimentar a lideres siervos de la manipulación, que las insulta y que las injuria, por personas en cuyo interior, el sentimiento ya murió hace mucho tiempo. Y por eso también lloro, porque vendo mi alma al diablo, porque quiero luchar por algo justo, porque tengo espíritu de rebelde desde que por desgracia nací, para vivir en un mundo corrompido, en un mundo de estúpidos a los que me gustaría arrojarlos a las llamas y con ello purificar algo de bondad en este mundo y expandirla. Porque ya he perdido el juicio, por un caos en el que no soporto vivir, ya la bella música, el antiguo espíritu de belleza se ha perdido, en su lugar hay putones culturales, putones que han desprestigiado y hundido aquello que representa el levantamiento común, la esencia de una nación. Podré pensar que he de luchar por mi mismo, pero sin los demás, mi vida y cada día me duele reconocerlo, no tiene sentido...

Basura manipuladora, que injuria a siglos de lucha por sus intereses, masa estúpida, pueblo ignorante que teme levantarse en armas contra la tiranía del estado, porque ha perdido su razón de ser. Pueblo al que sirvo con mi corazón, pueblo por el que lloro, pueblo al que con estas palabras injurio, queriendo prender una llama, una llama de rebeldía. Pero soy joven, como mis palabras, solo me escucha el viento, y por eso clamo muerte, clamo al silencio, que todo esto termine y me sienta libre de compartir mi vida lugar con imbéciles en mayoría, con imbéciles que me llaman egocentrista, ellos los estoicos de la razón, de su justa providencia que les llama a seguir, a lamer culos por tener más arena, ellos los hijos bastardos de una España asesinada a cuchilladas por aquellos que la aman y la odian. Me confieso, yo también la he acuchillado, la he traicionado, por lo tanto solo espero morir de forma noble, como si la guerra me abrazase y me sintiera en el campo de la batalla, apunto de morir, mientras la niebla me oculta y el silencio, bella música me arropa.

Joven que perdió su fe en el mundo, joven que escribe, joven que fuma para soñar, tratando de encontrar algo de reposo en el firmamento, mientras de un lado a otro se mueve aquello que le representa, aquello que oculta su interior, el cuerpo. Joven que desea alcanzar algo más que vivir para ser esclavo, la libertad cuando las hojas se marchitan y el aroma perdura en el tiempo.

Juventud...