sábado, 25 de junio de 2011

SENDEROS DORADOS


Clamo a los vientos,
anhelada en mi corazón,
desde la alta cima de esa montaña,
sopla fuerte el viento,
arden las piedras por dentro,
chillan los árboles,
el fuego se esparce,
muere la montaña...

Agita el ave fénix sus alas,
en la intempe oscuridad sobrevuela,
ave de fuego llameando por entre lo incierto,
y arde la montaña,
las manos en señal de auxilio, se agitan,
hay miedo, es de noche,
y el bosque sigue ardiendo,
allá en la oscuridad, en el fragor de la noche,
llama que lucha, por romper sus cadenas,
sigue, arde, arde,
es la esperanza,
en el fragor de la noche...

Mira el ave fénix a sus hijos verles arder entre las llamas,
que asolan a la montaña henchida en el manto frío de la noche,
llamear a solas, y seguir llameando,
se cierne la oscuridad que trata de blandir su ciñe,
abalanzarse sobre lo esperanzador,
desgarrado y con sueños...

Nada hay por lo que se permita luchar...
El miedo es la presa, el pan del día, el hambre de la noche,
¡cabalgan luceros venidos del infinito,
por senderos plateados, la noche es azul,
el firmamento dorado, senderos de luz!
...

Y se miran los unos a los otros,
la montaña se ha apagado,
las flores vuelven a brotar,
verde montaña, blanca cumbre, anhelo de lo eterno,
esperanza que brota en los ojos,
vida que irradia tras la noche oscura,
de las cenizas de la llama es la esperanza la que se esparce,
es la vida la que vuelve a nacer,
es la libertad la que germina,
de manos manchadas de negro,
de rostros que a soñar vuelven,
en la paz de la vida,
en el amanecer dorado, pleitesía de los cielos,
que brillar brillan, sobre un mundo,
¡que a nacer vuelve!

Senderos de gloria,
senderos de libertad.