miércoles, 1 de diciembre de 2010

METAFÍSICA SOBRE EL PENSAMIENTO


Una persona reside en la llanura, su saber interior se basa en el conocimiento y esencias del saber cíclico, es decir, del continuo ir y venir del eterno retorno de el individuo y del caos por medio de los cuales además de regirse el Cosmos como esencia de todas las cosas, se rige el pensamiento del individuo.

En las líneas de pensamiento monoteístas se sigue una sola línea ideológica con un tiempo y un destino marcado, que subordinan la psyque a un algo metafisico fijo. Es decir, lo incierto se fija en lo cierto y con ello la fijación de las ideas del conjunto del pensamiento. Pero la línea no es que por tener un trazo recto tienda como tal a seguir en su trayecto, sino que por su dimensión estructural parece que sigue. Por lo tanto, ahí choca la idea expuesta por Zenón de Elea, por aquello de que nada tiene un comienzo ni tampoco un fin. Por lo tanto al no poder determinar la estructura real de una idea, al no tener una razón de estructura coherente a la realidad determinamos que no existe salvo para las mentes que consiguen elaborarla pero no llevarla a la praxis en el mundo real.

Sin embargo mediante la regla de discontinuidad de Zenón de Elea, tan poco podemos fijar con exactitud la línea de pensamiento de los politeismos europeos. Así pues, observamos por poner un ejemplo, a un agujero negro y nos damos cuenta de que mientras avanza por el Cosmos, va absorbiendo toda la materia que se encuentra en su camino en el sentido de las agujas del reloj, todo ello mediante el giro de la materia. Sin embargo no hay un fin, toda esa materia no es desintegrada sencillamente por que la nada como tal, no existe, todo tiende a un cambio de estructura interna, pero no desaparece. Al no haber un fin, hay una continuación hacía otra dimensión estructural, y es en este continuo giro de la materia cuando va pasando por los diferentes segmentos del círculo. Algo así como si ponemos una hoja en la llanura y vamos apreciando a la vez que la hoja realiza su viaje interior de degradación, como va pasando por las diferentes estaciones representadas para entendernos por un círculo.

Por eso tras haber y explicado y argumentado esta idea en el párrafo anterior, podemos explicar la idea del hombre en la llanura cuyo pensamiento es politeísta, es decir ciclico. Ese hombre se considera libre de alma y de pensamiento, pero sin embargo sabe que vive sujeto al tiempo cíclico, al eterno retorno, el nacer y renacer de la vida mediante las estaciones. Pongamos que ese hombre decide marchar a las altas montañas en donde el tiempo no marca el morir y el renacer de su pensamiento, que en realidad solo actúa de coladero muriendo las ideas en las que no está interesado mientras las que viven, crecen y así sucesivamente. Pero en la montaña el hombre ya no siente el ir y venir de las estaciones, todas esas sensaciones desaparecen. Por lo tanto, es ahí cuando su pensamiento se libera y se crea una nueva línea de pensamiento ideológico, la que siguen los agujeros negros mientras siguen "tragando" materia y con ello, al avanzar se desplazan por el Cosmos. Ahí es donde entonces, lo cíclico no se convierte en un eterno retorno, sino que se convierte en un devenir constante de lucha contra lo incierto mientras se avanza en el tiempo y en el pensamiento. Terminando, no hay una línea monoteísta, ni tampoco una línea politeísta de llanura. La libertad se configura sobre sí misma a la vez que el hombre gira sobre si mismo, sobre su pensamiento, y la psyque ni muere ni deja de vivir, halla la conciencia sobre sí misma y ello la permite saber la esencia de todas las cosas materiales e inmateriales dado que la nada no existe, y ella está destinada a tal fin, a su percepción y articulación sobre ellas.