miércoles, 27 de abril de 2011

EL MANIFIESTO DE LOS REBELDES, DE LOS LIBRES


El pueblo no nos entiende, no entiende que haya personas como yo, dispuestas a luchar por él, y menos aún entiende que seamos personas libres de toda ideología, de toda religión. El pueblo no entiende a aquellos que decidimos ser libres, que dejamos de ser piedras y nos rebelamos por esencia innata contra todo ello, porque buscamos ser nosotros mismos, que nadie esté por encima de nosotros. Y el pueblo por ello se ríe de nosotros, y no entiende que su anhelo de ser libre en nosotros no existe, porque nosotros ya lo somos, porque nos hemos enfrentado a ello, hemos peleado contra nuestro mayor enemigo, nuestro YO, y con ello hemos vencido a lo imposible, a aquello a lo que la masa o el pueblo tanto se refiere, a la ideología y por ende también a la religión.

Ellos y ellas matan por la libertad, nosotros no matamos, sino que vivimos por la libertad. Porque nosotros sabemos bien quienes somos, en cambio no sabemos a donde vamos porque para nosotros la vida es como subir una montaña. En la montaña no se sabe si se llegará a la cumbre, la cumbre en sí es una utopía, pero es una utopía por la que se lucha, por lo tanto a la cumbre o a la utopía se llega no a zancadas, sino paso por paso, valorando cada pequeño movimiento como si pudiera ser el último, arriesgando con sabiduría, y entonces se llega. E igual pasa con las ideologías y las religiones falsos de la libertad, del engaño su baluarte que esclavizan y aferran a la voluntad y sé que muy pocos y pocas lo entenderéis, mi palabra contra la vuestra si es preciso, pero mi alma más allá de la vuestra. Porque con nosotros no hace falta que se nos guié bajo esas herramientas creadas para controlar al hombre y a la mujer que se lleva dentro. Porque nosotros somos nosotros para nosotros mismos, cometemos errores es cierto, pero nadie nos ha de perdonar ni ante nadie debemos rendir cuentas salvo a nosotros mismos y ante el ser perjudicado. Porque el daño es a la vida, nadie superior vela por los demás, sino que somos nosotros, pues cuando se cree que algo rige el destino, no es el ser quien juzga sino su superior, por lo tanto el ser nunca aprenderá de sus errores ni será consciente del dolor que ha causado, pues no lo sentirá en alma, obrará por el placebo, por el nihilismo, nada más.

Y es que en estos tiempos ya nadie entiende lo que hacemos, y muchos y muchas nos llaman anticuados, ¿pero acaso se puede llamar a estos tiempos con el calificativo de modernos?,¿es que hubo alguna vez en la Historia algo nuevo o algo viejo? Para nosotros nada envejece al igual que nada es nuevo, porque la autentica modernidad es aquella que se basa en romper con todo ello y buscar por cuenta propia aquello que beneficia al ser y no a la persona. Los tiempos son una creación del hombre para esclavizarse, para pensar que hubo algo peor que el ahora y anhelarse en ese eterno sueño del que nunca despertará, y por ende, nunca podrá ver la realidad de aquello que hace, y al igual que hizo él con las generaciones pasadas, harán lo mismo las venideras.
Por ello para nosotros hubo alguna vez una esencia, la de guerreros dispuestos a sacrificarse en pro de un pueblo que tampoco les amaba, pero sin embargo ellos supieron ver más allá de su pueblo, supieron ver en su sacrificio la prueba de un amor universal ligado a un respeto, pues es en la batalla cuando se logra a amar a aquello contra lo que se combate, la nobleza en el desempeño de tal gesta. La masa por el contrario no lo entiende, desea ser esclava, pero es su daño el nuestro, pues nosotros creamos a la masa, nosotros la damos sentido, pues ahí residen nuestros hermanas y hermanas. Nosotros vemos más allá de lo creado y amamos por lo increado, esto es, por lo que hubo anteriormente al cuerpo, el alma, alma destruida por los valores de una corrupción que abocaron al ser a su muerte, y de ahí surgió la religión, como forma de apropiarse de lo único que aún era humano, el cadáver. Porque nosotros nos hemos liberado de los yugos que os aferran, no ha sido el hombre del que hemos aprendido, sino que ha sido la vida misma en la cima en la que sin saber escalar, cayendonos, aprendimos a hacerlo, pues guerreros somos.

Se habla de la vida y de la muerte como un principio y un fin, y nosotros reímos, porque nada esta vivo ni nada esta muerto, así es como funciona el Cosmos. Para nosotros la vida se basa como en la montaña, en la creación de esa vida, pues se entiende por vida aquello que es en sí misma lo que es vida, pues si es como tal es porque ella misma ha creído en su fin, y así lo ha conquistado. Ocurre que en esta sociedad personas hay muchas,¿y vivas?, en cambio muertas hay muchas, muertas en vida, personas que viven por vivir, y para nosotros no hay por, simplemente vivimos. Y se dirá que la muerte tampoco existe,¡claro que no existe!, es el cuerpo quien muere, y ni eso, el cuerpo es materia, materia de estrellas que se ordena y se vuelve a reordenar bajo una forma diferente. Y con ello se cree que se muere, y así se da por zanjado el tema cuando la realidad es que se muere si se quiere morir. Es lo que crea una persona el fruto de su eternidad, de su inmortalidad, esa fuerza, ese sentimiento que nunca desaparecerá, pues a fin de cuentas, bien se podría decir que podríamos estar muertos tal y como vivimos por ejemplo. Porque como la religión, todo son conceptos, todo inventiva del humano por miedo a afrontar su destino, ¡y nosotros lo afrontamos porque nada existe para nosotros nada más que la fuerza que emanamos!

Y termino con la resolución de un enigma por el que la humanidad tanto ha sufrido.

¿Que fue antes, el huevo o la gallina?

Y yo contesto: Fue la gallina quien puso el huevo, murió la gallina y solo se quedo el huevo, y de este surgió la gallina. La gallina al no conocer a su antecesora llamo al huevo Estado, y del estado hizo su dios y de este surgieron todos los males que nos azotan.

Un saludo. ¡POR LA REVOLUCIÓN DE UNOS POCOS, POR AQUELLOS QUE NO NOS ENTIENDEN A LOS POCOS QUE SOMOS, PERO A ELLOS Y ELLAS, NOSOTROS, A CADA UNO DE ELLOS Y ELLAS SI LES ENTENDEMOS!


Ruego a los dioses paganos que me den fuerzas, (que mi alma este con mi pueblo),

Ruego a los dioses paganos que me den fuerzas,(para de las sombras resurgir mi luz),

Ruego a los dioses paganos que me den fuerzas,(para en la penumbra seguir luchando),

Ruego a los dioses paganos que me den fuerzas,(para en la penumbra seguir amando).


Vosotros lucháis por mí, yo lucho por vosotros, (sois la fuerza que innata se me manifiesta),

Vosotros lucháis por mí, yo lucho por vosotros,(sois la fuerza de la vida, yo la vuestra),

Vosotros lucháis por mí, yo lucho por vosotros,( porque sois como yo, fuerza, yo como vosotros),

Vosotros lucháis por mí, yo lucho por vosotros,(mi pueblo, mi sacrificio, vosotros su fuerza).


Repetir dos veces el canto mientras se jura ante la vida honor y lucha por seguir firme frente a lo desconocido. No rogar nunca con afán de inferioridad, pues es pagano quien ama a su pueblo, de ahí la derivación de tal término. Los dioses son manifestaciones de la naturaleza, cuando el ser humano deja de ser humano y es ser, esas fuerzas en igualdad se le manifiestan, la esencia de cada cuerpo o objeto que tiene fuerza propia. Esa es mi y nuestra religión.