Se disipa la niebla que cubre los alrededores de mi alma...
Nada queda...
Acaso queda un recuerdo, un vestigio, piedras, de una columna,
que abajo se ha venido...
Como un pintor que se queda sin sus pinceles,
como un poeta que se queda sin sus versos,
mudo...
sin poder decir nada...
Y ya solo quedan recuerdos,
lienzos pintados frente al aura de la vida,
de frente, mirándola con el corazón,
para mirar con el corazón frente al espejo,
y romperlo...
Y mientras, pacer en la soledad,
en la inmensidad de la nada,
queriendo buscar al Sol puesto con la belleza,
y no deponer sus armas,
y seguir combatiendo,
combatiendo por seguir siendo Sol...
Pueblo Canario, yo te hablo,
con el corazón, sin aferros,
te honro, con la palabra y con la mirada,
y yo a lo lejos, caminando hacía lo incierto,
en la soledad del horizonte despejado,
te saludo...
Que sirvan estas mis fotos como despedida,
no sé cuando partiré, pero sí cuando partiré,
a la puesta de sol, espera mi llegada,
sabrás cuando ha llegado el momento,
el Sol te lo dirá,
él os avisará de mi llegada.
Ahora he de cuidar de mi hija,
de honrar a mis dioses amándola con todas mis fuerzas,
ella es lo único que me ata a este infierno gris,
lo que hace que pueda caminar entre las sombras,
la luz que me alumbra el camino,
y he pues no es un animal,
es un ser, y como tal, es la luz,
que me alumbra.
Es mi legado, mi legado hacía las estrellas,
ella preservará y guardará,
el poco honor que he tenido en vida,
y se lo dará a las estrellas,
mi legado, mi ser,
y será eterna, una estrella,
en el infinito...
Va por tí hijita mía, y por el pueblo canario...
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