lunes, 24 de mayo de 2010

SUECIA Y LA IDENTIDAD NACIONAL


Un colaborador nos envía traducido por él,un artículo de Wilhem Merberg escritor sueco social democráta sobre la identidad de Suecia.


Los partidos socialistas europeos han agitado durante muchos años el fantasma del “modelo sueco” como prueba de que su modelo político es el bueno. Lo que no dicen Zapatero y sus correligionarios es que el modelo sueco está en crisis desde los años 70 principalmente como causa de la política de inmigración y que los socialdemócratas suecos que lo construyeron en los años 30 y que crearon el famoso estado de bienestar sueco, pensaban de una forma radicalmente diferente a los sociatas multiculturales del S.XXI. Leed este testo y descubrid lo que pensaban los socialdemócratas suecos que construyeron el país con mayor nivel de bienestar del mundo (la suecia de entre 1930 y 1970)

Wilhelm Meberg (1941). Escritor social demócrata.

Suecia es nuestra tierra, la tierra de los seis millones y un cuarto de suecos vivos. Pero también es la tierra de los muertos, de los que la construyeron para nosotros desde el principio y nos la legaron para administrarla y mejorarla. Los muertos son muchos más millones que nosotros. Tienen mucho que decirnos ahora y estamos obligados a escucharlos. Los escuchamos recordando sus logros y valorando sus aspiraciones. Ellos ya no pueden defender su obra. Ahora nos corresponde a nosotros hacerlo.

Ningún derecho divino a una tierra en particular, ningún derecho a ocupar una tierra concreta desde el principio hasta el fin ha sido dado naturalmente a nuestro pueblo. El derecho es algo que hay que ganarse, algo que debe ser adquirido por cada pueblo.

Los suecos han adquirido el derecho a su tierra. Suecia es nuestra tierra desde hace milenios por el evidente derecho de los artesanos y de los agricultores, por la sangre vertida de los antepasados y por la distintiva cultura que se ha creado aquí.

Lo que Suecia es hoy es lo que los suecos, muertos o vivos han construido y nada más. Suecia es hoy nuestro proyecto sueco común. La tarea de los suecos vivos es preservarla y mejorarla prosiguiendo su proyecto libremente.

Somos un pueblo pequeño pero tenemos una gran tierra en la que vivir. ¡Mirad el mapa de Europa! Nuestra tierra se extiende ampliamente en el continente. Pero somos pocos, somos la gente solitaria de las granjas e incluso si una gran parte de nosotros vive en ciudades, algún día vinimos de las granjas de los campesinos.

En la soledad de grandes bosques desolados se ha formado el alma del pueblo sueco durante milenios. El forcejeo con la piedra y los tocones al arar la tierra nos ha dado fuerzas espirituales y físicas. Y una poderosa resistencia desarrolla fuerzas poderosas. Así es como los bosques y los campos de esta tierra nos han dado nuestro carácter, nos han dado la más única y original fuente de la fuerza de nuestro pueblo, el orgullo y deseo de libertad del solitario habitante de los bosques y la tenaz laboriosidad de los artesanos.

Así se ha originado el autentico sueco, del lugar donde hemos crecido. Para mi es la tierra de la infancia donde corrí descalzo una docena de veranos sintiendo las espinas de los arbustos bajo mis pies. La tierra de mi niñez son las cada vez más luminosas tardes de primavera con el vuelo de las perdices sobre las colinas y el graznido de las gruyas desde la marisma. Es el riachuelo bañado por el sol del verano con su agua tibia fluyendo entre las piernas de los niños llenas de costras en las rodillas. Son las rojas bayas del otoño y las manzanas caídas sobre la hierba bañada por el rocío. Son los montones de nieve del invierno junto al firme puente. Son las pendientes heladas. Son algunos niños en una cabaña enmohecida junto al límite del bosque una lejana tarde al acercarse el crepúsculo. Padre está en la reunión del regimiento, madre trabajando en Roten. Los niños se sientan junto a la ventana de la cabaña con sus narices pegadas al cristal. ¿No hay nadie ahí fuera en el camino? Es la pobreza pobreza, pero una pobreza orgullosa que proporciona la manutención indispensable, el pan de centeno duro pero sabroso sobre el mantel de la cabaña. Es una niñez sana y libre, como la hierba salvaje que crece en los prados. Es el sosiego y la seguridad en una tierra en paz, donde los niños nacen libres de padres libres. Una tierra donde el hijo del más humilde campesino tiene abiertas todas las posibilidades que sus capacidades innatas le permitan alcanzar. Una tierra donde se puede crecer según la naturaleza de la propia estirpe. Esto es lo esencial, lo que nunca hay que cambiar por nada extranjero. Esta es la raíz y el lazo de sangre, mi legado espiritual que debo transmitir intacto a mis propios hijos. Esto es para mi lo sueco, lo indispensable.