domingo, 12 de septiembre de 2010

EL ASESINATO DE DIOS


A veces, es tan simple, tan sincero, como se nos muestra ante nuestros ojos el mundo en las pequeñas cosas que nuestro egocentrismo se niega a ver. Me fijo en el mundo teñido de fuego, en las cosas que son púrpura y veo llanuras de sangre, de dulce sangre que se va derramando a medida que el tiempo pasa, y entonces pienso, pienso mucho sobre las flores que crecen sobre ellas al precio del silencio y del olvido. La gloria sin duda lo hubiera de merecer en la parte en la que desde el presenta lo calificamos como pasado, la sangre no tiene valor, solo tiene gloria, es sobre la cual nuestra sociedad se cimenta. Las flores crecen bajo la ignominia, torcidas, pero crecen. Más no es su fuerza, es su espíritu de crecer lo que las hace bellas, no sus pétalos, sus lastimados pétalos que las tuercen por el peso que ejercen sobre su tallo. Los pétalos se secan y las flores han de cortarse, su savia, su sangre de nuevo se derrama, otras flores vendrán.

Así es como todas las cosas que nos rodean desde que nuestro ancestral mundo fue creado por la nada. A veces es mejor creer en los delirios de la religión y santiguarse uno mismo con su propia conciencia, que lastimarse. La conciencia ordena y ejecuta, es la diosa derrotada ante la venida del Deus supremo y omnipotente y pecador. Porque si tuviera que llamar a un pecador ante las filas de la Corte de la razón, llamaría a Dios, solo él es pecador ante los ojos de los hombres. Es necesario que exista, solo así nuestros pecados estarán justificados y serán perdonadas todas nuestras deudas en la muerte, porque él creo el pecado, por lo tanto lo hizo para justificar su odio a los hombres despojándoles de su libertad, condenando sus vidas a la servidumbre. Porque Dios traicionó a los hombres y a las mujeres de este mundo, se vendió a uno falso, de él mana la sangre sobre la que nacen las flores. Él otorgó gloria suprema para justificar la muerte, en sus manos posa la gloria, solo así ha conseguido dar sentido a la muerte de muchos por la voluntad de pocos. La destrucción de una nación es a lo que Dios en la máxima expresión. Dios lo vale tanto, tanto es así que infundados son sus temores a lo que el miedo de lo desconocido. Porque el pretexto y la justificación de la muerte y el poder de unos pocos, es a lo que Dios y su gloria.

Alguien dijo que predicar en las orillas es a lo que construir un barco y dejarlo en la orilla. Tenía razón, tanta es así que por la voluntad de unos pocos pagan muchos, la razón es la locura, y esta última lo más justo y ecuánime. Pues es cierto, la justicia y la equidad son virtudes del que maneja los hilos a su antojo, justo para él, ecuánime para todos. Bajo una misma sangre, bajo una misma equidad. La sangre tiene un precio, la gloria de Dios, o mejor dicho, del poderoso...

Alguien dijo por ahí que Dios es justo y omnipotente, preguntémosle porque así lo ha de afirmar y en sus palabras codiciosas hallaremos la respuesta. Hay que mantener al pueblo anclado en promesas, solo así podemos contar con su confianza y apoderarnos de su libertad. Dios da la libertad de vivir bajo el estado, ¡que goce es el de vivir en libertad!

Porque Dios es injusto y omnipotente, hombres y mujeres traidores/as, que goce el de vuestro Dios. Su gloria vale sangre. No es fanatismo, solo trato de ser acorde con sus palabras, pues él así lo dictamina, ¿acaso no vivimos bajo su sagrado manto?

Alguien dice por ahí, un blasfemo al que hay que ahorcar por pecaminoso no sea que diga la verdad, bajo la sagrada cuerda del estado y de Dios, que el manto de Dios un día será quemado, arderá tal y como se hizo su gloria, la gloria de los pecadores. No habrá mantos, habrá conciencias libres, Dios es la virtud, amarle por debajo de todas las cosas, tomar sus esencias y amar en el amor y el respeto, la lucha por vivir, eso es pecado, eso es virtud. Lo de ahora la debilidad, es glorificación, eso es el fin de una nación, el fracaso de la libertad, solo su justo poder nos ha abocado a todos a eso.

-¿Dios, dónde estás, puedes venir un momento?-Las mujeres y los hombres, embriagados, cantan con el vino. La plebe esta desnuda, follando, se azotan y sangran,¡ qué bonita es la sangre, que alegre es la demencia!-Dios, soy yo, tu último adorador, amigo mío ven, mírame, estoy en tu trono, en lo alto, mirando al mundo prendido en llamas que con tu final arden los caminos que conducen al final, con una copa de vino y follando. Las quimeras lloran de dolor, la virgen está haciendo el amor con Apolo, ella nos sedujo con sus senos, blasfemó, porque ella es nuestra madre. La sangre brota y reluce el agua de rojo, mientras unos y otros beben, otros escupen sobre tu trono. Debes huir, sus ojos ya lo dicen, están subiendo las escaleras que conducen a tu gloria y a tu sabiduría, quiere recuperar lo robado, sus espadas brillan bajo el Sol de ceniza. Ven con migo, amigo mío, beberemos vino y mañana serás el nuevo emperador-. Oculta su espada, Dios sube a su trono y su fiel amigo le corta los genitales, la estirpe muere, la cabeza y el cuerpo de Dios son arrojados al desierto. La Virgen sonríe de amor, Apolo la fecunda y sus hijos ocupan el trono de Dios, ya no habrá tiranías, es la continuación de lo comenzado, el hombre vuelve a pisar la tierra, la fecunda con su semen, de ella nacen las virtudes, el placer es al poder, el poder conlleva una responsabilidad, pero el hombre pisa la tierra y se une a él la responsabilidad. El hombre y la mujer, dos entes virtuosos, dioses y diosas, ¡larga gloria a su reinado!