viernes, 29 de mayo de 2009

BREVE REFLEXIÓN ACERCA DE EL PRESENTE


La noche es clara como el día que la ha antecedido, tras un buen día viene una buena noche, una noche en la que la que si miramos bien se nos aparece esa parte de nosotros mismos que tendemos a rechazar por egocentrismos no deseados que tienen a reafirmarnos en la otra cara que mostramos en nuestro día a día como personas cívicas y "aparentemente normales". Pero personalmente lectores o ningunos, así lo digo estoy cansado, si cansado de una vida monótona en la que a título particular me veo rodeado de cúmulos de materia bien estructurados por el número unidad que otorga el compuesto un código y unas características a las cuales se llama individuo; Cansado de la absurdez en la que vivo, en la que mis días son una sucesión de presentes y pasados movidos por el anhelo del "mañana" con mis miedos e inquietudes, movido por absurdos planes que hacen que me sienta como una cabra en un rebaño guiada por una vara a la que llamo/os cultura y por un deseo al que llamo/os identidad, un viejo anhelo perdido de mostrar lo mio que a veces o la gran mayoría de las veces se confronta en una especie de xenofobia contra lo desconocido o llamado de alguna manera los otros "Yos" que conciben la misma idea pero que movidos por la misma vara no saben canalizarla.


Es por eso el que se crea la demoirascia, el sistema en el que se nos hace convivir lo más juntamente posible viviendo nuestro día a día sujetos a una misma estructura metafísica de la cual como moscas al azúcar absorbemos y absorbemos pero esa intolerancia a lo políticamente incorrecto crea una falta de espacio en las personas que se sienten incapaces de expresar su interior y entran en un juego de roles para tratar de armonizar esa convivencia en la que se sustenta el estado y el alejamiento de nuestra autentica conciencia.

Pero esa convivencia a falta de espacio se rompe y es ahí donde surgen las rebeliones en forma de delincuencia, fracaso escolar y política de gobierno de débiles y de personas de baja cualificación pues a la hora de aplicar el término iguales se cree que todos los individuos son mismante preparados y desparece la sociedad de lucha permanente por la superación individual y se carga a gentes sin el menor grado de consciencia de sus funciones.


Pero todo ello resumidamente tiene la culpa la perdida de la identidad, del sentido vital de las personas, su objetivo en la vida, su falta de valores que les ayuden puesto que ya no son los maravillados tiempos de ayuda familiar, de ayuda al otro Yo que sufre etc. Más bien son tiempos en los que todo gira en torno a un órgano que rige nuestras vidas como la economía, ya no el sentir religioso, sino el sentir de tratar de llenar nuestra ansiedad adquiriendo productos y productos del beneplacement establecido.


Antes las sociedades perfectas y no tan perfectas giraban en torno a la religión y no hablo de un monoteísmo enacervado que crea un presente y un futuro plantificados, si no como una forma de expresar la voluntad personal por medio del credo como forma de vincularse espiritualmente a un mundo exterior que resultaba extraño y peligroso; A la familia como ente sobre el cual se estructuraba toda ayuda y compromiso campo de experimentación y aprendizaje en la cual se ejercitaban los menores para su inserción en la vida adulta y en un órgano llamado estado que funcionaba mediante la expresión de las distintas voluntades que lo conformaban.

Con el ideal igualistarista caímos en otras redes, y la cosa cambió, vaya que si cambio, la situación descrita anteriormente y con ello el sentido del individuo en la historia despareció quedando abocado este a uno colectivo en la que priman los intereses de unos pocos destinados a regir todos los destinos de el órgano y eliminar cualquier expresión.


Por ello y llega el momento de replantearnos que entendamos por identidad dado que por muchas banderitas rojigualdas, moradas y verdes que haya no hayaremos si no lo pensamos a fondo lo que significan los demás para nosotros mismos, y determinar nuestro sentido en el momento y ser verdaderamente libres actuando a nuestra voluntad y reestableciendo los antiguos valores fraternales de convivencia. Solo así se conseguira nuestro objetivo, ser consecuentes con nuestro destino.