jueves, 16 de abril de 2009

Seneca, máxima acerca de la brevedad de la vida.


Finalmente, ¿quieres saber cómo no viven largo tiempo?(los hombres) Repara cómo desean la vida larga. Los viejos decrépitos mendigan la añadidura de unos pocos años; s fingen más jóvenes de lo que son; halagasen con la blanda mentira de esta lisonja, tan a gusta se enganchan como si, a una, engañasen también a los hados. Más, si algún achaque les recuerda su mortalidad, se mueren del susto, no como si saliesen de la vida, sino como si de ella a la fuerza se los arrancara. Proclaman su insensatez por no haber vivido, y si salen de la crisis de este trance, prometen vivir en la quietud; comprenden cuan de balde acarrearon lo que no gozaron y cuan en el vacío cayeron todo sus sudores. Y aquellos otros cuya vida discurre alejada de toda barahúndula de negocio, ¿cómo no habrán de tenerla larga? Ni un átomo de ella cedieron a otro; nada disiparon por aquí y allá; nada entregaron a la fortuna; nada se perdió por su negligencia; nada se sutrajo por su prodigalidad; nada les quedó baldío y superfluo; toda entera la vida, por decirlo sí, fue puesta a producir. Por ello, por pequeña que sea, es más que suficiente; por ello, cuando viere el postrer día, el sabio no titubeará en caminar a la muerte con paso recio y firme.