miércoles, 9 de marzo de 2011

SOBRE LA MADURACIÓN, LA RELIGIÓN Y EL ESTADO


No se, últimamente estoy navegando entre dos mares bien bravos cada uno. Por un lado está el mar de la Tranquilidad, mar que es simbolizado por el Sol apoloniano que transmite esperanzas y me hace sentirme joven y heroico en el sentido literal de la existencia. Y por otro el mar de la Tormenta, aquel mar que continuamente me arrebata las esperanzas ganadas en el mar de la Tranquilidad, y que adicionalmente de que sea reflejado en el cielo oscuro, me causa trastornos de comportamiento tales como la timidez o la tristeza más absoluta. No lo sé la verdad, y mira que es curioso, pero este navegar continuo entre ambos opuestos de la vida, como que me gusta, me hace ver otros mundos más allá de este, es decir, otras formas de pensamiento. Digamoslo así como que me hace avanzar en una luz nueva que surge mediante la esperanza, algo así como un esclarecimiento y hallamiento de más verdades, que poco a poco van conformando nuevas formas de sentir esta mal llamada realidad, tal y como la des-siento. Porque sé que me hace feliz alejarme de ciertas cosas, de cierta gente, de partes de una realidad con las que ya no me siento identificado. Realidades personales, ojo, no políticas, ya hablo demasiado sobre eso. Y por ello creo que he de alejarme de cierto pijoterio que detesto y centrarme con más fuerza que nunca en escuchar la llamada de Apolo que me aguarda tras la montaña.

Ahora ya no soy joven, me siento un hombre, y gracias a ello el hecho de que estoy desechando las estupideces de las mentes jóvenes. Soy romántico y todo eso, y alguien me critica por cambiar más de chaqueta, osea de ideas que otra cosa. Porque es ahí cuando veo que yo estoy eligiendo otra maduración, otro camino que no me marcará para el mañana, sino que me marca para el momento, gozando con tal intensidad una existencia que se preocupa por el ahora. Y por ello es cuando soy libre, porque no temo a admitir que me equivoco, y mira que me cuesta hacerlo, pero lo hago. Y por ello es cuando me doy cuenta de que no busco el acierto, ni tampoco busco el error, porque soy relativista, y gracias en parte a que a los nueve años comencé a pensar y me rebelé contra lo fijista, es decir, la idea de un absoluto fijo y continuo en el espacio y tiempo, en mi cultura el cristianismo seamos claros. Entonces aprecio como mi mayor acierto se basa en que de un acierto he hallado noventa y nueve errores en la continuidad de cien, y que estos a su vez multiplicarán por la secuencia de Fibonacci el número de aciertos y de errores. Entonces mi estructura de maduración puede seguir adelante dado que es mediante esta secuencia, como mejor se articula mi libertad, en función a las probabilidades numéricas de obtener en una sola realidad, la sensación de vivir el doble de realidades. Lo creamos o no, esto es cierto, no miento, una cosa es lo que sintamos y otra cosa lo que creamos sentir. Entonces no hallo la esclavitud de aquellos que se aferran al uno como valor absoluto, y al 0 como valor atemporal pero como con el uno, absoluto. Estos darán como resultado una vida traducida en esclavitud, sumisión y falta de interacción con la vida, así como esclavitud. ¿El objeto de mi critica hacia ellos y ellas? ¡Oh, pues muy sencillo! Tenderán a hacer de uno un valor universal y se llevarán por delante a todo aquello que atente contra su moral "madura y capacitada para altas glorias" y como Atila, por donde pisen sembraran con sal la tierra de aquellos a los que juzgan como seres inferiores. Su verdad les conducirá a hablar de justicias y de moralidad, de sentido común y de una realidad que ellos solo creen poder ver, lo demás son imaginerias. Entonces con ello y ahora hablando en presente, rompen el equilibrio del mundo que se basa en lo discontinuo, en lo variable y en lo caótico como forma de liberar los impulsos existenciales de todo aquello que tiene una función propia e interactúa en el juego del Cosmos. El problema es que lo malo no es que lleven al traste sus vidas, sino que lleven las de los demás por ejercer un poder chupando la teta o el pectoral del Estado, ese es el problema. Y a mi juicio, si queremos hacer algo de leva con este sistema, debemos apartar a esta clase de gente de origen burgués y que es practicante de patriotismos o progresismos con tanta gracia y tanta bula, que ni ellos ni ellas se creen el papelón que están haciendo. Despojarles de todas sus posesiones e instaurar un régimen de democracia directa en el que la sociedad este agrupada entorno a comunas participativas. Un sistema que bien podría ser definido como anarcosindicalista pero a la vez nacionalista. Pues creo que todo orden en si mismo es un caos, que mejor para ello que la nación como canalizadora de ese desorden de mentes vivas que se unan todas bajo la nación o bajo lo que sea, pero que estén por encima, que la nación no sea una manera impositiva como lo es ahora, sino que por el contrario, sea una manera positiva en la que si hay ciudadano hay estado, no puede haber un estado sin ciudadanos como ahora. Ahora el papel del estado no es gobernar porque sencillamente no hay ciudadanos, hay peones de ajedrez, y lo siento pero así es.

Y bien, con esto he hablado un poco de todo lo que se me estaba pasando por la cabeza en estos momentos. De DOS parrafadas sí, pero con esto he tocado ciertos temas que me apetecía canalizarlos en una sola idea: No existe el absoluto, es el ser humano quien se absolutiza así mismo y con ello no asume la realidad porque no se asume así mismo. Por ende se esclaviza.