miércoles, 7 de julio de 2010

DESNUDAR EL CUERPO


Desnudar el alma, que cosa tan bella, empezando por lo que nos rodea, aquellas cosas a las que conferimos suma importancia y gran valor sentimental. Aquellas en las que guardamos nuestros recuerdos de etapas que ya no volverán a vivirse salvo en nuestro recuerdo. Un regalo de nuestra amada u amado, un beso guardado en la seda, un botón que encontramos en medio de la tormenta, mientras llovía y la mierda, puro arte impregnaba nuestros malolientes zapatos al pisar con los ojos puestos en el cielo, llenos de angustia, y que es por eso, que decidimos coserlo. Muchos recuerdos en resquicios que duran lo que el corazón quiere que duren.

Desnudar el alma, que cosa tan bella, siguiendo por mirarnos al espejo y ver quienes somos. Cuerpo desnudo que se toca y se palpa, que palpa con su mano el falo que tanto le agrada por la noche, mientras el sudor impregna todo su cuerpo, y de placer chilla a escondidas, no vaya a ser que los vecinos le tachen de transgresor moral. Cuerpo desnudo que cuenta los pelos del ombligo, y uno a uno los va acariciando como si tuvieran sentimientos, y tiesos del gusto se domasen a sus designios. Ojos que aprecian la belleza en tan poco de su mirada, honda que penetrante absorbe la luz, el brillo del cristal, con las primeras luces de la mañana. Y un beso entre aquel que eres reflejado para siempre, en los ojos del espejo, mientras te acaricias y te amas, sudas y chillas de placer, desnudo el cuerpo, de toda tiranía, sumido en su más profunda belleza.

Desnudar el alma, que cosa tan bella. Y ves lo que sientes, que eres aire, no eres nada, y sientes que eres como una pluma, que de un lugar a otro, vuela, de lo que fue un pájaro. Como un pelo del ombligo, que en la suspensión del aire, vuela, de lo que fue un hombre.

Tal vez era lo que decían mis amigos, la vida da muchas vueltas. Tan pronto eres un pelo caído del ombligo, como tan pronto eres un hombre.