domingo, 13 de febrero de 2011

INTRODUCCIÓN AL CINE CLÁSICO


Hoy he visto Casablanca, una gran película de por aquellos años cuando el cine americano no se había pervertido por el poder económico. Cierto es que la Wagner viendo el filón capital que ello la generaba al año creaba 50 peliculas, pero cierto es que también había valores y las películas se rodaban narrando historias en las se resaltase el valor humano, pues en aquella época como que no había muchos efectos especiales. Y es por eso que me gusta tanto ese cine, un cine en el que el gran valor como he dicho es la interpretación dado que el cine mudo no desaparece hasta mediados de los felices años 20. Y entonces eran motivos sobre los que la mayor o menor expresividad de un actor, el alma que lleva en los ojos fueran motores básicos de las películas, motores que se mantuvieron vigentes con el cine sonoro hasta los años 70, en los que empiezan a aparecer basuras King Kong II con Jeff Bridges a la cabeza basada en los cutres efectos especiales, así como la Guerra de las Galaxias de Spielberg. Cosa curiosa que por un lado mientras el cine americano, al igual que la especie humana, ha retrocedido hasta límites insospechados de imbecilidad creando productos de beneplacement por los altos rendimientos capitalistas que ello genera, entre otras cosas, al menos de momento, por la inclusión de las proyecciones en 3D que están consiguiendo decrecer el número de descargas de películas actuales.

Podemos citar múltiples factores que han contribuido a la imbecilidad del cine de Hollywood, entre ellos el pijoterio al que se ha sometido a los actores y actrices a la hora de rodar películas. Antaño los actores eran personas que se dedicaban en carne y alma a lo que ellos querían transmitir. Los equipos eran básicos, pobres en comparación a los de hoy, pero ellos no, eran autenticos gimnastas que arriesgaban sus vidas y fisicamente estaban muy bien preparados como el caso de Harold Lloyd. Este actor apodado el "cómico del suspense" se hizo famoso por sus escenas en las que aparece escalando un edificio, o otras en las que camina por el techo de un tren en marcha, cosa que Harold hacía muy bien sin usar dobles debido a su condición de gimnasta, cosa que por hacerla, en sus bodrios "letales" Bruce Willis se debió de quedar calvo al ver a su doble hacerlo. Sin duda un grande entre los grandes y cuya obra cinematográfica, difícil de encontrar a día de hoy completa, hacen que al mirar una de sus fotos te transmita nostalgia, alegría y amor.
Otro de los grandes, Buster Keaton, apodado "cara de árbol" por su rostro inexpresivo que sabía pintar con la melancolía que emanaba de sus ojos. Actor prolífico y con un "par de huevos" a la hora de actuar, y más teniendo en cuenta que tras participar en la I Guerra Mundial como cómico por una infección de oídos se quedó sordo y siguió actuando en más de cuarenta películas, siendo catalogado junto a Chaplin, como uno de los maestros del cine mudo. Sin duda verle actuar a día de hoy genera llanto por su ida en 1966.

Podría seguir hablando de decenas de grandes actores y actrices de aquella época, cuando la sociedad era más inteligente y menos estúpida que la de ahora. Mujeres que sin maquillarse mucho gozaban de una belleza encandiladora, algo asombroso. Hombres guapisimos, con rostros llenos de vida, de pasión por el tiempo en el que les tocó vivir. Sin duda alguna, se dice que el romanticismo termina en el s.XIX, pero nos equivocamos, el romanticismo sigue perdurando en el cine hasta los años cincuenta-sesenta. Prueba de ello es que al ver alguna foto de los actores de aquella época, nos da la sensación de estar mirando a espectros que nos miran a nosotros, en la belleza que el miedo únicamente concede a aquellos que se adentran en la oscuridad y ven la luz. Sin duda apasionante. Yo ahora mismo estoy descubriendo en profundidad ese maravilloso cine tras haber estado una temporada explorando a Kubrick, volviendo a ver buenas películas como El Club de la Lucha de Fincher, Forrest Gum de Zemeckis, Teorema de Pasolini y alguna película suya y etc. Pero la que he visto hoy de CasaBlanca merece la pena, gemía de pena al ver a Humprey Bogart y a Igmar Bergman como protagonistas en una historia narrada hace sesenta años, transmitiendo H.Bogart un rostro frío pero a la vez sensible destacando ese cigarrillo eterno que se mueve de un lado a otro por sus labios, mientras escucha As Times Goes By. Si hablo de I.Bergman entonces me llevaría cien artículos hablar sobre la belleza de esta gran actriz sueca. Por lo tanto sirva este artículo como pequeño prologo a una serie de artículos sobre las películas de aquella época que iré viendo a lo largo de estos meses. La próxima y primera parada es CasaBlanca.

Y así y como dijese Humprey Bogart al final de esta obra maestra solo que hacía vosotros:"Estimados lectores y lectoras, creo que este va a ser el principio de una gran amistad"

LA MENTIRA DE LA VERDAD


"Vivimos en tiempos duros, en tiempos donde queremos liberar nuestras pasiones, y no podemos. Sufrimos por ello, nos levantamos de nuestros sueños y preferimos pensar que todo es irreal, queremos volver a dormirnos, la realidad es demasiado dura para nosotros.

El tiempo nos martiriza con su espera, mientras tanto deseamos que todo esto algún día cambie, pero no podemos. Somos "nada" que vaga de un lado a otro mintiendo a sus semejantes. Y ya no creemos en la bondad, siempre pensamos que alguien nos hará daño, y por eso mentimos. Cuando no lo hacemos, los demás no nos creen. Entonces a veces deseo estar solo y llorar en silencio, y pensar que estoy dormido, que esta realidad es un mero sueño del que en cualquier momento despertaré"