jueves, 5 de enero de 2012

LA REVOLUCIÓN DE LA BELLEZA



¿Dónde esta el ideal de belleza, el ideal de armonía, la comprensión de las fuerzas que rigen el Cosmos, que rigen nuestra Tierra, y que por ende confluyen en nosotros porque nosotros somos capaces de percibirlas ya solo con el mero hecho de hablar de ellas?
Un ejemplo mío.
Hoy he salido en bici por mi ciudad, en caso concreto iba al gimnasio. Mi casa se encuentra a las afueras, casi puedo ver las andanadas industriales que dormitan por ahí. He pasado por el centro, como siempre, divagando con mi mente inquieta en la oscuridad. Y solo veía...bueno, en realidad no veía nada, solo veía oscuridad en un mar de ruidos que se mezclaban con la banalidad en la que mi especie vive. Y trataba de ver algo, no se, algo, de belleza en ese mundo oscuro que hemos construido dentro de un mundo más grande y bello, y del cual ahora imbuidos en el nihilismo, de él renegamos. Y no, no veía nada. Solo veía coches, humo, una ciudad oscura arropada por edificios grises, vacíos, carentes de alma, tanto como las de sus habitantes que moran en ellos. Tal vez la única paz que hallaba era cuando miraba la puesta de Sol entorno a las seis de la tarde. Muy bella la verdad, con un cielo rosáceo, moribundo, pero bello, de un Sol que para nosotros es el final, pero que sin embargo, afuera, es para siempre, y cuyo fin no veremos nunca. Eso era belleza. Luego oscureció, se hizo de noche, y la niebla mostraba aún más si cabe, una ciudad fantasmal que espera la muerte, su fatal destino junto al de sus habitantes.
El caso es que bueno, si no ha sido hoy, igual mañana, y mañana o en este caso y me refiero, fin de semana. Sí, seguramente salga con mis amigos, y beba, y bueno, beber con control, coger la alegría y fuera, para poder contemplar desde la lejanía del alma a mis hermanos, y sobre todo mujeres bellas por dentro y por fuera. Así quien sabe, si en la ebriedad de la mente se puede encontrar algo de luz interior en las personas. Pero no, obviamente por mi experiencia y porque no encontraré nada nuevo, solo descontrol, peleas, insultos, desperfectos, y todo ese tipo de cosas.
Y es entonces cuando hablando de las teorías de la conspiración mundial; de como Estados Unidos, Europa y las naciones que la albergan se preparan para una guerra, no una guerra en el mundo, que de esas hay muchas por desgracia; sino para una guerra interna, contra la propia población. Algo que ya hemos visto cuando en el frescor veraniego del 15M la policía cargaba sin sentido contra los manifestantes, movida por un absurdo fanatismo justificado bajo temor a atentar contra el sistema, así como la parafernalia habitual de nuestros políticos sobre la necesidad de defenderlo, cosa curiosa tanto en las alas de la izquierda y la derecha. Y el caso es que uniéndolo con lo de arriba citado, me doy cuenta de que el enemigo ya ha ganado en parte una gran parte de esta batalla.
Hemos perdido la noción de la belleza, de la armonía en los lugares que habitamos. Solo sabemos más que dejar rastro de suciedad allá por donde pasamos; residuos y residuos, que bien se podrían resumir su cantidad en lo justo y así originar menos suciedad, pero claro, entonces el sistema que los produce quebraría, y eso no interesa a nadie perramente. Escupimos, tiramos nuestras botellas allá donde nos place; insultamos al medio esclavizando a unos hermanos con los que compartimos gran parte de nuestro genoma, pese a que a los religiosos de pacotilla y a los ateos sin causa ni fundamento de ser les plazca asumirlo, ellos, rebeldes de pacotilla como los otros. No nos queremos responsabilizar de nada, incluso con nosotros mismos cuando justificamos la violencia entre nosotros, que sin sentido, nos produce una engañosa sensación de placebo, fruto de la manipulación mental a la que nos vemos sometidos. Y es mucha desgracia esa.
Y entonces...no podemos pretender los que hemos abierto los ojos hacer una revolución sin ideales, sin sueños que trasciendan a lo que nos rodea, sin viejos recuerdos de que hubo un ayer que era mil veces mejor que el presente, pues al menos había árboles, y la animalia no se veía tan forzada a la extinción como ahora. En el cual, en el apogeo de los paganismos de los que los fachas tanto reniegan, y de los que los de la izquierda, ellos en mayoría que no saben lo que significa realmente, se veía al entorno como algo meritorio de adoración debido a su suprema perfección. Pues era el pueblo aún en los poblados, en contacto con la madre naturaleza, el que sabía que tenía que respetar lo que le rodeaba, sino pues, el entorno se volvería contra este. Era la época en la que el hombre aún no había inventado su final bajo absurdas profecías con tal de justificar su propia desolación, su propia fatalidad como especie muy sensible a corromperse por meras banalidades, sin distinción de inteligencias ni cosas de esas. Era un tiempo en el que toda la cultura se basaba en amar, en rendir culto a los verdaderos dioses emanados de las fuerzas esotéricas naturales que emergían de la animalia y de la natura. Hubo muchas enseñanzas sobre ello, antes de que se prostituyera el cuerpo humano a los banales placebos de hoy en día; hubo formas que enseñaron a los seres a amar y a respetarlo, comprendiendo la autentica esencia intangible que millones de años atrás se había establecido en algún punto perdido del Universo. Entonces ahí si que había hombres y mujeres libres, que como las espadas, se forjaban entre el amor y el deber, fruto de una constante superación por ser algo más con respecto al ser y con respecto al pueblo en el cual transcurrían sus vidas. Por eso todos los pueblos del mundo crearon el legado sobre el cual nos cagamos, física y moralmente, de risa.
Hoy por desgracia la revolución del ideal, de la belleza, se ha perdido. En su lugar tenemos a individuos colectivos que luchan por una tv de plasma; por emborracharse en los templos de manipulación; de follarse a la que han visto solo porque les producirá una sensación de placebo externa; o simplemente por destacar entre conglomerados de inútiles que se erigen como integrantes de un algo, de la sociedad, vistiendo o adquiriendo cosas que no valen nada, y que esas cosas, rigen sus vidas, y cito por ejemplo la mierda esta de las BlackBerries o los IPhones y demás basura, que a fin de cuentas luego no valen nada.
Entonces nada hay, si los integrantes de esas élites libertarias no caen en la cuenta, simplemente no harán nada de nada. Y es que el enemigo les lleva ventaja, fanatizando a la población bajo sus dogmas mencionados, hermanos y hermanas, que serán en el futuro las piedras que debamos consumir en el nada para proseguir nuestro camino.
Necesitamos volver a caminar sobre la naturaleza, prepararnos para regresar a las montañas y habitar en ellas, como en las mitologías paganas los dioses hacían. Necesitamos forjar nuestros corazones al albor de las estrellas que de noche contemplan nuestras absurdas luchas por puñados de arena, por tierras, por sangre, por nada....
Nuestros hermanos y hermanas se reirán de lo que afirmamos, pero a fin de cuentas ellos y ellas ya no valen nada espiritualmente. No tienen alma, su alma esta finiquitada, sus sentimientos abocados a una destrucción que ninguna conspiración mundial ha fraguado, sino ellos, ellos y ellas con su suprema ignorancia, dejándose manipular, aborregar, dejando que piensen otros por ellos y ellas. No son ya capaces de ver nada, huyen hacía la oscuridad, y cuando ven la naturaleza la ven como algo que por cojones les ha de suministrar placebo tengan su permiso si o si. Y luego vienen con esas mierdas del fin del mundo, provocado porque la Tierra ya no puede más y nos quiere quitar de enmedio con tsunamis, terremotos, etc, para que dejemos de destruirla. Que les amamos, que nos preocupamos por sus miseras vidas, también son las nuestras, y somos una cadena, todas las piezas han de funcionar para que cada una pueda funcionar a su ritmo. Pero que conste, que también les despreciamos, nos da asco el ver como bajo la noble apariencia de hombres y de mujeres, solo hay idiotas que se comportan por meros instintos auto-destructivos, y que luego pretenden dar apariencias contrarias, respetables, y que son mascaradas, mascaradas que ocultan la realidad de cadáveres que se mueven y poco más. Su alma ha muerto, y si vive, despertarla requerirá arrancarles sus carnes y que vean sintiéndolo en sus cuerpos, el caos que han producido.
Y queriendo terminar con el artículo. No debemos tomarnos esto como una batalla oscura. Hagamoslo como Tolkien lo reflejará en su Señor de los Anillos, como una batalla épica, por el destino de los pueblos de la Tierra Media. Veamonos a nosotros como orgullosos y bellos guerreros, a los que el Sol dora sus armaduras y sus espadas, y que peleamos por las bellas comarcas del norte bañadas por el mar Atlántico, o por las bellas montañas del centro peninsular, que ahora en invierno, en su pureza blanca, refulgen más que nunca, cobijando a una vida que se prepara para su más bello renacer en primavera. Y veamos a nuestro enemigo, a la sociedad, como orcos de Mordor, cuya luz del Sol les ciega, y que necesitan huir a las cavernas alias ciudades.
Invoquemos a los dioses de la vida, al orgullo, al honor y al respeto. Hagamos de esta batalla algo más que una pelea a ciegas en la nada; demosla un sentido épico, transcendente al propio tiempo. Y con ello, nuestras almas transcenderán, y hallarán la eternidad del alma, pues como alguien bien dijera de apellido Dragó, con el alma no se nace, el alma hace, se pelea por obtenerla en la vida, para así, transcender a la muerte, y superar los obstáculos de cara a la conciencia que supera las carnes que nos forman.
Un saludo.
SALUD Y VICTORIA