lunes, 4 de abril de 2011

CRÓNICA DE LA SUBIDA AL PICO PEÑA TREVINCA



Recorrido: Fonte de Cova-Peña Trevinca

Distancia: 23 km aproximadamente aumentando algo más debido a que en el camino surgen otros rodeos como en el caso de ir por un camino distinto atravesando la mina de tiza que anuncia a la sierra y al pico.

Descripción del recorrido:

Salida desde el refugio en dirección sur por un camino que sale pasando por varias minas de pizarra, llegando hasta Las Camperas dejando el Alto del Colladin a la derecha. En esta zona se sigue por una senda en dirección sur que pasa por el Portillo de las Puertas dejando Peña Surbia a la derecha, descendiendo un poco a la Vega del Geijo y desde la Fuente de Majada Trevinca, ascendiendo en dirección Oeste hasta Peña Trevinca. El regreso se puede realizar siguiendo la cresta de Peña Negra al Alto Ladeira da Madias, Peña Surbia hasta el Portillo Puertas y regresar por el camino de ida.

CRÓNICA

Hubome ya pasadas dos justas semanas tras mi primer encuentro en plan serio con la montaña, cuando pasadas y justas estas volví de nuevo a la carga, en honor a los dioses de la tierra y de la vida, en pos de la superación interior, de continuar el camino del hombre libre, la senda virtuosa. Y que sean mediante estas mis palabras y el video expuesto ahí arriba en esta entrada que adjunto, una muestra de un algo que nubla mi juicio, pero que eleva mi alma. Un saludo

Tras una noche pasada de juerga, aún en el recuerdo de haber sido buena noche, con algo de cansancio...Pues al día siguiente sábado dos de abril me levanto, cojo una mochila grande con mi equipamiento, otra pequeña con alimentos (bocadillos,frutos secos, batidos, botellas de agua etc). He quedado con mi grupo a las cinco en la dársena de la estación de autobuses, allí espera todo el mundo, y allí mi firme decisión de volver a la carga. Llego a su encuentro y gratamente me saludan, el respeto mutuo se nota en nuestras palabras.

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Son las siete y diez, llevamos ya dos horas y pico de viaje. Estamos a la altura de Zamora según me hago la idea. Nos internamos con el bus por carreteras locales. Poco a poco la llanura va cediendo su sitio a los bosques de la montaña, y de él van surgiendo como fantasmas, pequeños conglomerados de casas, pueblecitos abandonados. Hombres ya senectos que nos miran según pasa el vehículo por sus calles con recelo, con desconfianza. Mis compañeros y compañeras, según dura el trayecto animadamente charlan, unos duermen, unos escuchan música, en definitiva, cada uno y cada una mata su tiempo como buenamente puede, y como en mi caso, me dedico a esbozar bocetos de mujeres y de hombres así como figuras raras para luego en los días posteriores pasarlo todo a limpio. Y entonces el bus en algún pueblo cuyo nombre ahora no bien recuerdo se para, y cada cual estira las piernas, se va a un bar a tomar un cafecito, una cerveza, su cigarro etc. Hace frío, siento que ya no estoy ligado a nada, no tengo vínculos materiales, nada de nada, es como sentirme perdido en el atardecer del día que comienza a nublar mi alegría, a hacer que me olvide de la sociedad, y ya apenas pienso en la noche pasada, aunque es cierto, en el fondo mi corazón se palidece por el recuerdo de alguna bella mujer con la que nada por desgracia pude tener. Fumo, me tomo mi café y converso con algún compañero de viaje, hombre bien cultivado en la montaña y en el deporte en general, en sus palabras se nota la paz, la serenidad del aventurero. Y el viaje continua.

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Ya es de noche, no se ve nada, la niebla lo tapa todo, el bus no es menos y apenas avanza. Todos hablamos, ennegrecidos algunos por el recuerdo de haber visto un pequeño incendio según pasábamos por algún punto de la sierra. La anécdota por momentos, nos hace olvidar que nos hallamos perdidos por algún punto de la sierra, en mitad de la niebla, en mitad de la noche. Es más, para romper el hielo, alguien sugiere que alguno de nosotros como voluntario, se ofrezca a guiar al bus con una cuerda atada al remolque (jaja) Pero al final llegamos y encontramos a mano izquierda el refugio. Nos bajamos con nuestro equipaje y con el conductor que se quedará a dormir allí hasta el día siguiente de volver a Valladolid. Nos aventuramos en el refugio tras una puerta, todo oscuridad que da lugar a la tibieza del pensamiento que abre sus puertas ante el miedo, que se aventura a murmullar fantasías tenebrosas en la incertidumbre de cuan como puede ser aquel desconocido lugar en el que nos hallamos. Y la oscuridad desaparece, se enciende la luz, hay electricidad, y ante nosotros se abre un comedor, arriba una sala con camas toscas, todo vacío, y menos mal que se cuenta con una rudimentaria chimenea para dar calor al refugio que si no...Escojo mi cama, cojo mi cena, (lata de mejillones y algo de queso danés), pero antes me siento en mi cama y en silencio contemplo ante el bullicio de mis compañeros y compañeras, me sigo sintiendo solo, perdido, pero en el fondo me siento bien, y es por ello que no pienso, solo contemplo.
Bajo al comedor, ya cenando, en compañía de personas memorables, comparto y abro mis pensamientos, mis pesares acerca de la juventud de la que por suerte o por desgracia formo parte. Mi sentimiento latente de melancolía, de desesperanza se hace latente en mis ojos, ellos lo saben y ven que mi camino es diferente, sentimientos y percepciones sobre un mundo al que detesto, pero que en el fondo en él pienso. Hablo con el conductor y de la conversación saco de conclusión el estrepitoso fracaso de una juventud que en realidad no sabe lo que quiere y que en mitad de esa terrible confusión crea caos y destruye. No digo más por falta de ganas sobre dicho tema dado que yo soy joven y también lío cada caos muy lamentable sincerándome. Tras esto y tras hablar sobre temas relacionados con la montaña, dado que mañana será un duro día, doy las buenas noches a todos y me voy a dormir.

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Nos levantamos a las siete, con nada de sueño, al principio por la incomodidad de mi lecho me ha costado, pero al final solamente me he centrado en eso, en dormir, alejado del bullicio de la ciudad. Desayuno un batido, unas galletas de chocolate y me aseo un poco para quitarme la migraña de la mañana en mi rostro. Meto en la mochila pequeña los alimentos para la travesía, me pongo la camisa y el pantalón térmico, me equipo con el piolet y los crampones y fuera, la gente hace lo mismo. El cielo esta despejado, pero al fondo la niebla oculta las esteladas del Sol y un poco la montaña, tengo incertidumbre. Ya preparados, en pequeños grupos iniciamos la travesía. Primeramente pasamos por una mina aún activa de tiza. El suelo grisáceo me hace la idea del esplendor y la humildad de una zona de gentes sencillas que con pulso firme, aún siguen levantándose por encima de las ruinas de una Patria resquebrajada. Pasada la mina comenzamos a subir las primeras cuestas del camino cubierta a los lados por una nieve densa, hielo grisáceo, que todo ello despierta en el viajero una sensación de estar aventurándose por la incertidumbre, y la sierra comienza a mostrarnossé. A medida que vamos avanzando, vamos subiendo pequeños peñones rocosos, por pendientes heladas, y es por ello que con firmeza golpeando con mis botas el hielo y apoyándome en mis bastones de trecking, avanzo. El camino estrechándose cada vez más nos conduce por una ladera helada, a mi lateral derecho esta una pendiente de vértigo, y el camino esta helado, por lo tanto decidimos sacar los crampones y ponérnoslos para avanzar con fijeza sobre el hielo. Tengo algo de miedo al sentarme y ver a mis pies el vacío de la pendiente, estamos rodeados por la niebla. Y avanzamos por un buen rato por laderas heladas y cubiertas de blanca nieve mientras las montañas de la sierra desde lo alto de su esplendor nos miran poniéndonoslo difícil el avance debido al frío, a la niebla, y a las pendientes. Sin duda es precioso, no se piensa en nada, no hay palabras, no hay nada, solo se avanza por cuenta propia. Hasta que al final cruzamos la sierra, se extingue del camino la nieve, todo son rocas y tierra que se sortean con dificultad. Y al fondo pasada la niebla...impresionante vista del valle la que se nos muestra a la sombra de las grandes montañas que lo cobijan. Un valle con una gran llanura cubierta de nieve y por pequeños riachuelos que la surcan, que empapan mis botas, que me ciegan y que me dejan olvidar.

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¡Pagano! Y se hace la fiesta. No hay música, no hay tíos vestidos con falda escocesa ni empuñando espadas en la mano, pero en mi mente sí. La música pagana de gaitas y violines suena en mi corazón, nadie la oye, solamente yo, solamente yo. Y dejado llevar por una esencia pagana de gaitas y violines suicidamente me pongo a correr sorteando las rocas, las ramas, saltando por los riachuelos. Las montañas que heladas me miran, me sonríen,¡alma pagana!
Llego hasta el Pico Trevinca, lo tengo por encima de mi, todo nevado y con hielo, y comienzo el ascenso. Silencio...la música en mi ha desaparecido, ya no escucho a las gaitas ni a los violines con euforia, tronar en mi mente. Me arrecía el viento con algo de soltura. La pared es dura, pero he de avanzar, no pienso retroceder. Y hundiendo mis piernas en la nieve,¡no puedo más, estoy cansado, la subida es dura! y miro arriba y con dolor en el cuerpo hago breves paradas a medida que avanzo aferrándose mis brazos a mis bastones. Y al final llego arriba, aún he de subir por la cresta en dirección al pico. Arriba me espera la avanzadilla del grupo, la gente esta contenta, me siento orgulloso de llegar arriba. En la cumbre hay como una especie de bote metálico con la inscripción "Pico Peña Trevinca Galicia" creo recordar. El grupo conmigo se hace la foto (http://www.montanerosvallisoletanos.es/hojas/noticias.htm). Comemos, y bajo nuestros pies la sierra y el valle, y nuestras eufóricas voces son lanzadas al vacío, como queriendo dejar testigo de nuestra hermosa ofrenda a los dioses de la naturaleza y la vida, pero eso sí, en nuestra condición de titanes desafiándoles. Y yo tengo ganas de tirarme al vacío, no quiero volver, quiero quedarme y morir en aquel magnifico lugar, en lo alto de la cumbre. A fin de cuentas ¿para que regresar a una llanura en la que lentamente me voy muriendo y en la que me siento solo en un mundo cuasi de esclavos?,¡aquí arriba, en lo alto de la montaña me siento libre, me siento pagano! No tengo miedo, el miedo solo lo tengo cuando me veo rodeado de esclavos, cuando me emborracho para olvidar, para tratar de aliviar mi sufrimiento ¡y encima me tachan mal por ello!,¡a la mierda, a la mierda, el mundo se puede ir a la mierda, laralá! Mas y solo aspiro a morir allí, en la cumbre, solo, recitando mis versos a mi mejor admiradora, la montaña.

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Es el sentimiento del frío guerrero, su ira, su cólera, mecida por el temple de la amazona, aquella esencia que nos impulsa a seguir aunque el camino este helado...

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Volvemos por donde hemos venido, y las gaitas y los violines ¡en mi mente vuelven a sonar! Es de nuevo aquella esencia loca la que me vuelve a poseer. Y desciendo corriendo, presa de la locura tropezando en la nieve y cayéndome. De la rabia chillo, blasfemo, la montaña es testigo de mi cólera, soy, soy un guerrero, el guerrero nunca se debe lamentar, al contrario, cuanto más sufra, con más cólera e ímpetu debe avanzar. El resto del camino se me hace insoportable, estoy cansado, me duele el cuerpo a medida que avanzo, con cada paso que doy por pequeño que sea. Es mediodía, y la tarde es mía, y grandes son las montañas que antaño por la mañana las cuales estaban por la niebla semi-ocultas, ahora se me muestran en el esplendor dorado del Sol, sublime. Ahora es cuando hacenme darme cuenta de la tierra que piso, mi tierra gallega, tierra de salvajes, tierra de lobos.

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¡Quiero llegar, quiero llegar joder! Piso por el barro, me sangran los pies, al menos eso creo por el dolor que en ellos siento, y al final muestraseme tras muchos kilómetros incertidumbrosos el refugio, amado refugio,-mi casa- según lo llamo. Y al final entro por la puerta, el orgullo me invade, y al fondo se ve la sierra que he cruzado junto a mi grupo, ahora solo queda el recuerdo. Me cuesta creer lo que he hecho, el haber regresado, cosa que irrisoria, pensaba en el transcurso de la travesía, que no haría, y más tras el accidente que tuve, lo que estoy haciendo ahora. Quizás muchos y muchas no crean la dureza que he sentido y que he plasmado aquí por escrito. Solo decirles que la montaña es engañosa vista de lejos en fotografiás o de pasada para mentes las débiles, y que por ende no saben captar su esencia. Y es entonces, cuando ligeramente la catan, cuando se contradicen así mismos, y tratan de huir y mas el dolor, la cobardía les invade. Por eso la montaña es para aquellos y aquellas que la afrontan con todas sus consecuencias, que ven más allá de su inocente apariencia. Y van a por ello, la recorren haciendo del sufrimiento generado su emblema, paso por paso, y entonces la montaña cede y se les muestra. Lo que se siente ahí arriba, es difícil de explicar, es obvio que en mi caso lo intento según mi manera de ser, mediante estas mis palabras y las fotografiás la gente se aventure. Que cada cual haga lo que según le parezca. Ahí lo dejo.

Un saludo.