miércoles, 30 de junio de 2010

EDIPO RE. HOMENAJE A UN MAESTRO DEL CINE, PASOLINI EL GENIO.


Pier Paolo Pasolini fue un genio, maestro de la vida. Lo confieso me he enamorado de él, de su obra claro. Indago en las causas de tal flechazo y me doy cuenta de que Pasolini era como Yo, un artista que buscaba la armonía en el mundo, buscaba liberar a lo humano, a lo esencialmente bello que cada uno de nosotros tenemos dentro, la libertad de la conciencia y la felicidad mediante el sentimiento. Por eso viendo sus películas el espectador puede sentir una soledad que se ve reflejada en sus personajes, pues ellos no luchan contra los demás, ellos luchan contra sí mismos, y ese carácter era el de Pasolini, un genio. Tal vez por eso a Pasolini no le mataron, él fue quien buscó su muerte violando las reglas morales de la sociedad que como la de ahora, había desterrado su identidad y la había sustituido por el capitalismo de el Imperio.

Por eso tratando de contribuir a expandir su legado, a preservar y ampliar los conocimientos de este gran hombre, del que repito, estoy profundamente enamorado por la sencillez y profundidad de su obra artística. Es de honor que le rinda mi más sincero homenaje dedicándole un poema que he escrito en referencia a su película de Edipo Re de 1967.

Va por ti maestro.

EDIPO RE

Mundo maldito y cruel cuya sombra
vos me arrebatasteis,
en mala hora en hora de mi alumbramiento,

yace ahora el rostro vulgo de madre la mía,
sin vida Yo la beso, Yo la amo,
en vida tanto la amé,
tanto como odié a mi padre.

Camina el tiempo hacía atrás,
de aquel que de sí mismo huía,
por saber quien era,
mas el oráculo de Apolo que a su padre
sin saberlo mataría,
y que con su madre sin saberlo él casaría,
sentenció.

Vos al desierto me arrojasteis, pies atados,
vos al mundo me alumbrasteis, ojos vendados,
vos al destierro me encumbrasteis, alma ciega,

camina y camina oriundos desiertos,
la soledad azota y mi rabia injuria,
mi alma envejece en juventud quisiera
Yo postrar ante el placer sucumbirme,
del canto de la erección, bellas musas amarme.

Que el oráculo de Apolo predijo que a su padre
sin saberlo mataría,
el rey de Tebas, hermano de Corinto.

-Vos me habéis insultado, vos no sabéis
quien Yo soy, palabras de Apolo,
me han dicho que os matase,
viejo desconocido, alma errante,
huid de mí o moriréis bajo el lamento de mi espada-.

-Vos joven enamorado del pan y el vino,
borracho de lujuria por infinitas llanuras
aquestas a los azotes de hueste nuestro Sol,
que buscáis oro en la sangre,
¡alejaos más si no queréis ser sombra de mi luz,
Yo el hijo de Apolo, vosotros hijos de la tierra,
quitaos de mi camino más si solo es amor
a la muerte lo que os trae ante mí!-.

Se ha ceñido una cuerda a la frente,
ha sacado su espada el rey de reyes, de Corinto,
el oracúlo se lo dijo, a un desconocido daría muerte,
a su padre sin saberlo, huyendo de él mismo,
el alma cercenaría,
al filo de la espada plateada,
se ha ceñido la corona de laurel en la frente,
ha sonreido de orgullo, el hermano de Tebas.

Es ser que a cuatro patas camina, alegría,
es ser que a dos patas camina, madurez,
es ser que a tres patas camina, pena.

Ha matado a la esfinge más ya no son espadas
sino palabras,
coronado ha sido por su merito,
mas bella ninfa al capullo ha dado vida,
el rey de reyes, de Corinto,
el oraculo se lo dijo, a la reina de Tebas tendría
como madre y esposa, a las dos por igual,
él amaría,
el hermano de Tebas.

Que el oraculo de Apolo predijo que a su madre,
sin saberlo, amaría,
el rey de Tebas, hermano de Corinto.

El pasado ha cantado, por fin los viejos laureles,
que guardaba la anciana allá en la puerta
dichoso y chivato el santuario,
ha hablado,
y la reina de Tebas muerte en la orca se ha dado,
mientras lloraba el hermano de Corinto,
ahora rey de Tebas.

Dicen que los ojos se ha cercenado,
huyendo de él mismo, asumiendo suya su condición,
desterrado de la vida, huyendo del recuerdo,
caminando por el mundo sin orgullo,
más algo de esperanza en él,
aún con su hija y hermana,
Ifgenia, aún perdura.

Hermano de Corinto,
rey de Tebas.

Que los tiempos previnieron,
que habría tiempo en el que hombre,
no lucharía contra los demás sino contra él mismo,
esclavo de sí mismo, desterrado del destino.

Edipo...