martes, 15 de marzo de 2011

POEMA DEDICADO A UNA HERMANA CAÍDA EN LA BATALLA POR LA VIDA


Este poema esta dedicado a una chica cuyo nombre por razones obvias no voy a escribir, que falleció hace unos días en un accidente de tráfico en madrugada. Una chica de veinte-veintiún años, con toda una vida por vivir frustrada por un accidente. El poema se basa en un sueño que tuve anoche influido por la conmoción de la noticia mezclado con mis pesares existenciales y amoríos o deseos de ser amado por una mujer. Desde aquí expreso mis sinceras condolencias a la familia y a los amigos y amigas de la joven. No la conocía, pero para mí, como todos los jóvenes de mi edad, chicos y chicas, era una hermana, una hermana de Valladolid. A tal muerte tan injusta dedico este poema que aunque sea más personal mío, debido a que fue una gran conmoción en mi corazón, creo justo escribirlo y dar cariño y mi pésame a ellos. ¡Ánimo!

He soñado con que te ibas,
he soñado con no verte,
nunca, nunca lo olvidaré...

Como un reflejo ante mí, desconocida,
te me has mostrado en esta noche turbulenta,
donde tu silla estaba ahí, y yo te veía...

Y tu, y tu me amabas, estabas en esa silla,
nadie, nadie te veía, solo yo,
y tu me hablabas con dulzura y con amor,
te miraba a los ojos y sonreía, la flor y la plata juntas,
con ternura, recitabas mi nombre,
yo te amaba, yo te amaba.

De repente, sin mediar en la nada,
te fuiste, de tu silla desapareciste,
y solo en mis ojos recuerdo habías sido,
y presa del pánico pregunté por ti,
y mas y mis oídos no quisieron escuchar,
que tu desta vida ya te habías ido,
en coche días de ceniza atrás, habías la orilla cruzado,
y el silencio se apoderó de mí,
y entonces la desesperación se apoderó de mí...

Lloré, lloré mucho,
un gran dolor emergió en mi corazón,
inundó mi rostro, inundó mis pensamientos,
y loco, exasperadamente loco,
corrí por pasillos, en busca de tu alma,
pues tu desconocida bien querida,
a amar me enseñaste,
aunque solo en pocos momentos lo fuera,
en palabras el amor guardado, el amor oculto,
tú, todo en tan poco me lo entregaste...

Y en una habitación al fin mi ser,
se vió fundido ante la inmensidad del dolor,
y vi a tu sagrada madre llorar ante tu figura,
las lágrimas que vencían a las palabras, de llanto y la desesperación,
no escuchadas y perdidas, pero no olvidadas,
en el vacío oscuro, en el vacío de la vida.

Lloré, y alguien, una mano,
dama misteriosa, me alejó de ti,
y me dijo que aún vida tenía,
por vivir, por vivir,
y que por mis hermanos y hermanas no llorase,
que caídos habían sido arropados por sus pasados,
en el amor y el cariño del reencuentro.

Y se hizo la noche en mis ojos,
y volví al siniestro de mi habitación,
al oscuro de la reflexión,
con el dolor pensar de mi consternación,
joven y una vida por vivir,
fenecida en el ocaso trágico de la vida,
por la sin razón del destino.

Y es ahora cuando lloro,
por una hermana de juventud,
a la que nunca conocí,
pero a la que junto a mi pueblo,
a todos ellos y ellas amé...

Y es mediante estas mis palabras,
tu recuerdo, tu homenaje...
¡Vive!