miércoles, 17 de noviembre de 2010

CRÓNICAS PARA LA DISIDENCIA. PART III. ¿La juventud del mañana?


Me da rabia pensar en esta sociedad adormilada, tan engañada, que no sueña simplemente porque no tiene sueños. A veces la odio, la escupo literalmente si hace falta porque ¡oh!, buscan en su falta de sensibilidad hacia los demás justificación en sus pensamientos. Decía en las V Jornadas de la Disidencia Juan Pablo Vitali que la palabra, cada una de ellas es el medio de lucha contra la sociedad de nuestro tiempo. Pues bien, emitamoslas con fundamento, con previo juicio basándonos no en una, sino en varias realidades de nuestra forma de ver el mundo.

Me cuesta horrores describir el estupor, rabia que siento cuando habló con una pequeña porción de la juventud tan adormilada. Hablo con personas sobre la realidad de esa España misera que cada vez más vaga entre la pobreza real y moral, y de resultas que me salen contando que lo que les digo es mentira, que muchos de esos españoles de la calle son excéntricos vividores que tienen muchos millones; que en su masoquismo hedonista se hacen pasar por falsos pobres, tal vez románticos de este mal comenzado s.XXI, que gozan del placer de sentirse marginados por piedras que se refugian en baluartes del consumismo. Y así tal cual hablando en vulgo os lo cuento queridos lectores. Jóvenes de medio pelo que viven de la gozosa y mediocre vida de instituto y de universidad, que viven en la Panoplia y no se dan cuenta de que el toro lo tienen detrás, dado que es de menester y de sodomas, el goze de ser corneados hasta que sus vidas terminan tal y como empezaron, en la ignorancia. Misoginia ciega que les impulsa a la negación del pensamiento, y en consecuencia a la negación de la acción. Ellos que no creen en nada, que son productos de la mierda que les ha enseñado a ser buenos ciudadanos y libres, es decir, a no pensar. Porque estas son las basuras de generaciones entre las que me ha tocado vivir, a mí que me considero libre en menor y en mayor grado que mis pensamientos me lo permiten.

Respecto a este último apartado hay una cosa que quiero aclarar en contestación a muchos que debido a mi juventud me tachan de soñador, osea de ser revolucionario quiero decir. Pues bien digo, no soy revolucionario por el placer de la revolución, sino que yo soy la revolución en si misma porque soy disidente con mi tiempo y lucho por nuevas formulas; lucho por sentimientos y sensaciones que son reales. Porque mi revolución existe gracias a mi pueblo, y por esta pérdida de valores, cada día son más y más las personas víctimas de este olvido tan estúpido y egocéntrico. Personas para las que cada día es un tormento, por la falta de hambre. Familias enteras que sufren a causa de esta ignominia y sienten esa tediosa sensación de angustia que muchos alguna vez en nuestras vidas hemos sentido, pero que a diario, no tiene comparación con la suya. Y mientras, de pincho de tortilla, tenemos a unos liberalistas de mierda, a una izquierda aburguesada y a una derecha rancia y casposa. Todos ellos, justamente, pinchos de tortilla, diputadines y ministrines, que son como niños, juegan a poderosos y entre ellos se reparten los caramelos. Pero pena la nuestra que no se atragantan.

Y terminando…Me siento revolucionario, siento el impulso de luchar como buenamente puedo, palabra por palabra o de otras formas según se me van presentando los medios. Y lucho, amo a mi pueblo, y ruego cada noche ante los dioses que esa base que esta basura está dinamitando explote, y el pueblo se libere y que ocurra lo que tenga que pasar. Claro esta, si aquellos que por temor nos escuchan y quieren silenciar nuestras voces, desde luego no es porque nosotros seamos peores, sino al contrario, es que somos los mejores y saben a lo que vamos, a luchar por la libertad y por la identidad de nuestro pueblo y el de los demás. Y si ocurre eso, entonces es que vamos por buen camino.