viernes, 12 de diciembre de 2008

EL MAL LLAMADO CRISTIANISMO O LA SUMISIÓN DEL INDIVIDUO EN LA FALSA PROGRESIÓN.


-El hombre es aquel maldito que destruye al hombre y lo convierte en bestia". En una bestia que no es supra a las demás ni tampoco meta universal como el cree ser en estos tiempos en los que cree haber completado un desarrollo superior al de sus ante pasados. Más bien se le podría definir como una derivación perdida de su ser natural y su transformación (no evolución) en un ente que ya no tiene forma, pues creyó ver en esta el desfasamiento del correr del tiempo y ver en ella la miseria y el problema que tanto le atenazan a su existencia y que se niega a seguir viéndola por medio del olvido. Pues en este se encuentra el imperdurable recuerdo del pasado que bajo la arena ha ocultado.
No tiene tampoco alma y es que creyó, ver en el alma su extinción, desquitandose de esta y entregando su libertad a sus amos como si de un perro se tratase a cambio de migajas de pan, que el ansiado espera cada día en su jaula a la que el llama parcela de libertad. Y es que el resultado de su aceptación ha sido perderse a si mismo negando todo aquello a lo que el llama pasado o antiguo.
Pero se bien que su amo ha cometido muchos errores de los que el por primera vez desde que su identidad se perdió, se esta dando cuenta y como consecuencia incitando en servilletas por escrito a una pequeña rebelión, una rebelión por medio del silencio para desterrar a su amo y matarle como el hizo con sus hermanos.

Goethe, aquel que ascendió a los cielos y descendió de ellos con suprema libertad decía que Dios no es Dios si nadie lo sostiene. Schiller se hacía la siguiente pregunta: Si el hombre muere,¿Qués de Dios entonces?. Naturalmente me refiero al dios de los judeo-cristianos, el típico ejemplo del Dios metafisico que no reside en ningún lugar, si no que al contrario de lo que todos creen, no es más que un mero producto de nuestra capacidad y nuestra abnegación para creer que estamos bajo el sable de alguien superior, con lo que nuestra creencia de libertad como personas se desvanece.

Hace más de 2000 años que esta religión surgida como ahora, por el desencanto por nosotros mismos apareció el cristianismo aprovechando la decadencia de un Imperio romano destruido por el mestizaje de culturas y razas que con sus frutos estaba en camino de una perdida de identidad por parte de las clases bajas, y más tarde las aristocráticas. En la que los cristianos como vampiros se dedicaban en la oscuridad a chupar la sangre a los angustiados incapaces de afrentar las crisis que de tal imperio devenían, para refugiarse en una religión que prometía y sigue prometiendo un "más allá" en el que el presente y el futuro es un despojo, un camino de sufrimiento en el cual tras la muerte el individuo se aleja y con el la vida muere. Conllevando un alejamiento del individuo y una profunda sumisión en un sueño alejado de toda equidad y ética posibles.Cuando la realidad natural es que tras la muerte viene la vida, la vida que se desarrolla en el entorno en el cual caemos.
Con ello hemos conseguido renunciar a nuestra libertad como personas y la negación de el mundo del cual proveniamos, negando los elementos que nos constituian creyendonos únicos en el Universo.
Negamos a los elementos(reiteración) porque a ellos les asignamos el designio de dioses, pues sin estos la vida es inconcebible en todo espacio que se precise.
Quitamos los ritos, pues estos eran la forma de preservar el pasado y nuestra riqueza biológica, y de celebrar nuestra existencia como creadores del presente y el futuro; Pues solo así por medio de la preservación avanzabamos desarrollandonos y explorando ambos mundos: el interior y el exterior.
Pero de manera más sencilla nos convertimos en esclavos de un dios que negaba todo aquello en lo que creiamos, para eludir una situación que se podría haber evitado si hubiéremos creído en el presente y no completamente en el futuro como el cristianismo dominador quería. Al expulsar a nuestros dioses fraguamos el más loco destino de todos, nuestro suicidio como semi-dioses, traedores de la voluntad de ellos.

Pues es conclusión que el hombre es fruto fisico de ellos, una creación superior, tal vez podría denominarle un Dios o el resultado de la voluntad de estos.

Y estos son los resultados de tan fatídica elección:
-Crisis económicas y sociales que derivan de nuestro rompimiento con las normas ciclicas del universo, alargando unos presentes que asumamoslos, tienden a revocarse en el caos para volver a renacer mientras la línea del tiempo continua.

-Usando la naturaleza de la que venimos como simples materiales para nuestro goce en la que matamos a todo lo que nos forma.

En definitiva, por haber olvidado lo ancestral nos consideramos bestias pero reprimidas, por eso negamos el hecho de que nuestra alma o ethos fue creadora de todo lo que conocemos, y a la vez destructora de lo que amamos, pues ella fue absorbida por nuestra carencia por el diablo cristiano.
Así que lo correcto sería asimiliar nuestra existencia como bestias, reconociendonos como portadoras de lo antiguo y lo nuevo para un resurgir de los tiempos con sus devenires.
El resurgir de el hombre, libre para desarrollar su voluntad a sabiendas de ser una especie de Dios que sepa regir por el mismo su destino y respete aquello de lo que procede. De esta forma será libre por primera vez en mucho tiempo.
Con ello tendrá el progreso que tanto anhela y que en vano trata de conseguir. Buscando su razón de existir y no dejándola en manos de algo que es su mera creación de dominio y negación de sus miedos e inquietudes.
Así Europa volverá a ser la que fue, por que ella es la suma de todas las identidades de todos los que la habitamos.