miércoles, 15 de febrero de 2012

EL OASIS DEL OLVIDO. ÚLTIMA CRÓNICA DE CANARIAS


Y es en el desierto, meditando, en donde encontré a un ser que extraño ante mí, caminaba en paralelo, siguiendome. Ese ser era un niño, era quizás el niño que una vez fui, y entonces, asustado, en la soledad, frente a un Sol moribundo, caí en la cuenta de que ese niño era yo, era mi infancia, mi inocencia, que ante la nada, se me mostraba. Allá por donde había estado ese misterioso niño me había seguido, pero debido al affaire de las circunstancias, no se me había aparecido, y ahora, era cuando me miraba ante mi mismo. Y entonces, ese niño sin decirme nada, fue consumido por la arena, su cuerpo se derramo sobre ella, y desapareció. En ese momento corriendo, me acerqué a donde el cadáver reducido a granitos se hallaba, y he pues que me cubrí el rostro de arena, me unté con la esencia de mi cadáver, y entonces miré al Sol y por instantes me quedé ciego, el tiempo desapareció, su noción murió, y me vi vagando de un lado a otro, sin sentido, el sentido también se había extinguido. Y con ello, todo lo que me había rodeado antaño en la ciudad, inmerso en la masa, en su ignorancia ende y en todos sus defectos, se desterró de mi al ungirme con mi propio cadáver. Ahora, era parte de aquel lugar, como una fuerza, una esencia, algo, que estaba allí, que vivía en armonía, y mientras el Sol moribundo, moría y queriendome que le mirara al sentir su fuerza sobre mi corazón, me entregó sus últimos rayos de luz, queriéndome ungir de nuevo mi rostro con su cadáver, llamaradas que de nuevo, cuando regresara a la penumbra de la ciudad, me necesitaría de ellas para alumbrar el resto del camino. 

Y los desiertos, los mares bordeados por el Sol, las olas acunadas por la Luna, la brisa peinante sobre la arena, todos cedieron su paso ante la oscuridad...

Y ahora, escribo estas líneas en la oscuridad, ciego, ciego sabiendo que he de ver pero que no veo, guiádome por la vara de la intuición, sintiéndome acorralado en esta ciudad, lástimado, insultado, humillado, sin nada por lo que merezca la pena levantarme cada mañana y salir y caminar en la oscuridad... Y es entonces cuando mi dolor hace efecto, y caigo en la evasión y caigo en el perdón, pues sé que he de odiar pero no sé el motivo, a fin de cuentas, no puedo juzgar a quienes no ven la luz, ende erran en la oscuridad. Y pues sea así, me halla de juzgar a mi mismo, y sea justo mi perdón como así lo sea mi castigo, morar en las arenas del olvido, y ende, que así sea, allí he hallado mi paz, pues nunca un destierro fue tan maravilloso. A la contra, prefiero mi castigo a que el perdón, pues el perdón me condenaría a morar en las sombras. 

Y así se escribe esta mi palabra, mi legado, mi esencia, crónicas de un paraíso que ahora me atormenta, pues solo deseo volver a él, y haya pues mordido la manzana del deseo, más y ahora me toca luchar contra él. Pues mas y no quiero, ser carbón, y quiero ser lo que dentro de él se halla...

De todo corazón, alma y esencia, lector o lectora, que nunca te conoceré, deseo que de mis palabras y fotos hallas, hallado algo de luz, y puedas continuar tu senda, mas y si me lees en la oscuridad, puedas haber obtenido algo de luz para alumbrarte y ver a un Sol, que en la ciudad se nos muestra como algo físico, algo que nos da, pero que su motivo aún no lo sabemos. Y en mi ser he sentido lo contrario, pues todo es una ilusión, ea que todo lo que nos rodea, en el fondo es parte de un todos, de un algo del que nosotros somos algo, y algo que ha de brillar en un horizonte de estrellas, más allá del rinconcito en el que creemos vivir de nombre Tierra. No mires lo que has de ver, mira lo que no puedes ver.

Un saludo

Alexander Rol Jorge