lunes, 22 de noviembre de 2010

A PROPÓSITO DE PATRICK PEARSE



Patrick Pearse fue un revolucionario por la sagrada causa de Irlanda, luchó y murió por acercar la revolución de su patria a su pueblo. Hizo aquel juramento propio de los celtas que solo lo realizan aquellos valientes que juran más allá de todas las cosas, fidelidad a su pueblo. Porque más allá de unos valores materiales, buscan la esencia inmutable e inalterable de la Patria. Buscan la verdad en su alma común, el pueblo. Porque Pearse halló algo más en la sencillez, en su pesar por anhelos incumplidos, por promesas de un mañana mejor para sus mujeres e hijos, sus familias, la esencia de una Irlanda que aspiraba si era necesario mediante la sangre, a su independencia.

Hoy como ayer la misma esencia de lucha de Patrick Pearse sigue en pie. La Irlanda atemorizada del ayer por temor ser presa de los cazadores ingleses al menor grito de revolución, es la España del hoy, nuestra España. Frente a aquellos que injurian a nuestra bandera, escupen a nuestros símbolos, y queman millares de páginas de nuestra historia. Pueden quedarse con ellos, intoxicarse de la humareda de la quema de páginas de nuestra historia. Pero hay algo que nunca nos arrebataran ni prenderán fuego, nuestra esencia, nuestro espíritu de lucha. Ese es algo que nunca desaparecerá mientras haya un corazón que por encima de las tradiciones, de millares de páginas de historia, de banderas sean de un color o de otro, ame en definitiva a su pueblo, al espíritu que le vincula hacía él por encima de todo lo común. Que esté dispuesto a sacrificarse por todo ello, hallando en su destino trágico, la inmortalidad del ser. Allá en las montañas que coronan nuestra más alta grandeza de nuestro espíritu, en donde muchos son los hombres y mujeres que en sus moradas se han adentrado, en busca de aquel espíritu que no se ve, pero que si en ello se cree, en la voluntad me refiero, se comprende. El espíritu de la raza titánica cuyas almas moran allá por sus cumbres en busca de almas libres a las que poder transmitir sus conocimientos. Y como no, como Julios Évola afirmaba, que celebren, que beban por ellos mismos, y que además se rían de sus maestros, solo así mediante la auto crítica y mediante la elevación hallarán a su pueblo, y con ello a ellos mismos.

Pues así habrán de descender para sentarse en torno al fuego junto a su pueblo, aquellos cuyo viaje no tiene ni fin ni principio, ni tampoco partida, pues solo sus cuerpos son perecederos, sus almas son eternas. Aquellos que hacen de la revolución no un tránsito hacía el mañana, sino su forma de ser como medio de despertar a lo temible, a las fuerzas oscuras de su existencia y después de hacerlas frente, abrazarlas.

Así tal y como he empezado este artículo, termino citando unas palabras de Patrick Pearse en su discurso en la semana de 1916, la semana del alzamiento por su patria irlandesa frente a los colonos ingleses, y que sus palabras sigan tan vidas como en el momento en el que las emitió.

“Irlandeses e irlandesas: en el nombre de Dios de las generaciones desaparecidas, de las que recibe su antigua tradición nacional, Irlanda, por nuestra voz, llama a sus hijos entorno de su bandera para conquistar su libertad.”

“Afirmando con las armas nuestro derecho ante el mundo, proclamamos aquí a la República irlandesa Estado independiente y soberano, y comprometemos nuestras vidas y las de nuestros compañeros de armas a la causa de su libertad, de su prosperidad y de su elevación entre las naciones.”