lunes, 24 de enero de 2011

APOCALYPSE NOW O LA REALIDAD DE LA MISERIA HUMANA


Apocalypse Now,¿que es realmente Apocalypse Now? En pocas palabras, una obra maestra. Apocalypse Now no es la típica película bélica que se limita a contarnos batallitas sobre la guerra de VietNam, un desastré que influyó y desarmó parte de las pretensiones de los Estados Unidos de Ameríca y que fué la emancipación de una juventud que se rebeló contra sus propios padres, y que murió en la guerra. Entre delirios psicodelícos del momento producido por las nuevas drogas que consumían como jóvenes para huir de la tediosa realidad en la que el hombre es lobo para el hombre tratando de vivir en un mundo feliz que perduró, y que perdura en el recuerdo de que por primera vez hubo una juventud rebelde y que combatió por la libertad mediante el espiritu.

Apocalypse Now de Coppola nos muestra eso, un viaje hacia el interior y lo más profundo de la mente humana. Para hacer eso Coppola nos situa en el pellejo de un oficial (Martin Seen) que pasa sus días encerrado en una habitación de Saigón, esperando a que le toque una misión. Matando el tiempo con alcohol en tan ardua espera, recordando los "felices" momentos en los que vivía y combatía en la selva. Como una sombra, había renegado del mundo, había pérdido el sentido de la vida; él solo era feliz en la selva, siendo parte de ella, lo deseaba, y la espera por fin tocó a su fin. ¿Su misión?, matar a un oficial del ejercito estadounidense muy condecorado (Marlo Brando en el papel de Kurtz) que según sus superiores se había vuelto loco de atar comandando un grupo guerrillero en Camboya. Charlie no duda, y acepta la misión.

Comienza en una barca de transporte muy común en el ejercito estadounidense que le remontará río arriba hasta Camboya, limitrofe con VietNam donde Kurtz campa junto a sus seguidores.
Rockeros, surfistas, jóvenes que se alistaron para salir de la pobreza de los barrios negros de Harlem, todos ellos, sus compañeros.
Y con el estruendo de la música de Wagner, opera prima, amparados por un loco oficial de caballería (Robert Duvall) partirán hacía un silencio que solo la guerra concede a los muertos de un lado y de otro. Soldados que han dejado de creer en la victoria, rodeados del hedor de la muerte, matando para morir, llorando en la noche. Mujeres y familias rotas por dentro, y él, Charlie, el demonio invisible sigue matando a los soldados estadounidenses que terminan por matarse entre ellos. No hay lugar para las dudas, ni tampoco para la esperanza. Los soldados han dejado de matar para sobrevivir, ahora matan para seguir matando por entre la inmensidad de la selva en la que quien no mata muere, no hay lugar pues para la vida, seguir vivo es estar muerto.

Coppola nos lo muestra así, con toda su crudeza, mostrándonos la soledad de personas que dejan de ser personas y cuyos rostros mueren y pasan a transformarse en espectros que vagan de un lado a otro, entre estallidos, disparos y lamentos de los que todavía no han asumido su misión en la guerra, morir sin más, perdidos en la inmensidad de la selva.

Jóvenes que fueron a combatir por su fervor anti-comunista, en defensa de unos valores que creían justos; y otros que fueron con el objetivo de huir de la pobreza de los antros en los que vivían. Pero todos ellos mueren, la juventud americana murió en las selvas de VietNam, junto a ella, también murió la esperanza. Esperanza hoy como ayer, asesinada por politicos (cabrones según Coppola) cuya única preocupación es asegurar sus sillones teñidos en la sangre de los que envían a combatir, y por consiguiente a morir. Todo por el puto dinero, por el puto dinero...

A medida que va avanzando la pelicula, la selva, los cadaveres, los restos de helicopteros o aviones se nos muestran ardiendo como testigos vivos de la muerte. En los ojos se va creando la sensación de que las imagenes se van desdibujando, unas con otras mezclándose, unidas todas por el agua, arteria de la vida y perdiendo su sentido real. Mostrando una realidad humana, lo que el ser humano termina por crear, una realidad dentro de otra cargada de dolor y de resignación ante un destino que no se puede evitar, la muerte, el fin fatal del ser.

¿Donde termina el viaje de Martin Seen? Pues termina en el templo pagano donde el enigmatico Kurtz lo espera, rodeado de seguidores. Como él, son personas que han asumido que para seguir vivos han de estar muertos. Martin lo sabe y asume su función. Su viaje termina en la muerte, con la muerte que le da a Kurtz para liberarle, este lo sabe y por eso se deja matar enbadurnado en su propio hedor a muerte.

Ahora Martin regresa con el único superviviente de la lancha hacía un destino incierto, pues Martin no quiere volver a Estados Unidos, no quiere las condecoraciones y el ascenso que le espera, solo quiere vivir en la selva. Y en la noche se cierra el telón de esta obra maestra mientras parten hacía lo incierto. Bienvenidos amigos y amigas a lo incierto, a esa puerta que en lo más recognito de nosotros reside. Una puerta que solo puede ser atravesada ni siendo como el miedo, ni dejando de ser como él, siendo en pocas palabras "nada". Bienvenidos pues a lo incierto. Damas y caballeros, disfruten con el espectaculo más realista y fiel de lo que en el fondo somos. Disfruten, disfruten, quien sabe con lo que se toparan al abrir esa puerta, nadie lo sabe, solo ustedes. Disfruten pues...