jueves, 10 de febrero de 2011

CANTO A LA PRIMAVERA


Estoy cansado, cansado por estar cansado,
¿Dónde están aquellos cantos de la primavera,
cuya lejanía empieza a sentirse?
Mi corazón pálido, mis ojos vacíos,
somnolientas mis mejillas,
que ante un Sol moribundo,
palidecen,
tanto así pues son mis palabras,
somnolientas ante un invierno marchitado.

El viento clama, el viento clama,
que cerca, que cerca está la primavera,
al filo de la espada del cielo,
blanquecino lo siembra,
de rostros blancos que palidecen,
ante la llegada de la primavera.

¡Oh anhelo de rosas primaveral,
cuanto de menos te hecho!,
¡Las flores blancas, fruto de tu alegría,
del amor del día y la noche,
que la vida sobre el campo se derrama!

Y son los cielos tristemente nublados,
que el rostro del Sol quieren ocultar,
y es un brillo pues pálido,
que mece lenta y lentamente,
a las hojas que coronan el día.

Pronto, pronto volverán las ninfas,
si mi ojos aún podrán verlas,
y mi corazón latir para amarlas,
de nuevo, a mostrar su belleza,
y atrás en el armario dejarán sus abrigos,
y ligeritas por ellas,
volverá de nuevo mi tormento,
tormento de amor, de pasión insaciable,
y si blandir no puedo mi larga espada,
para hacer honor a tales afrentas,
en solitario,
blandiré mi espada con mi mano,
y loco de alegría, y loco de pena,
sembraré destellos de algodón,
por los campos de primavera.

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