
Comienzo a escribir estas líneas con cansancio, pero a la vez con alegría, alegría de haberme superado a mi mismo, y saber que en breve liberaré mis instintos de salvaje. Iré a la montaña y allí hablaré con Zaratrusta. Antes de eso he decidido ponerme a prueba, saber si seguía siendo el Alexander de antaño, aquel Alexander al que le gustaba sentir el frío, el dolor y el cansancio, así como la soledad del ser huyendo de la civilización. Buscand


Ayer sábado me levanté, pero de manera diferente, a los dioses por haberme dado tan esperado día al fin, gracias les dí. Miré al horizonte desde mi habitación y nada agradable sabía que si salía me esperaba. Desayune poco, lo justo para mantener al cuerpo con algo de energías, me cogí una camisa térmica de estas finas de cuando por mi juventud temprana hacía piragüismo, me enfunde un par de guantes, pantalones y zapatillas, así como una braga. Lo justo para conseguir lo que quería, pasar frío. Salí del garaje con mi bicicleta, tenía que atravesar la ciudad dado que me despedí del mundo, sentí lástima por la gente que se despierta y va a orar a los templos del consumismo; sentí compasión por los que en la miseria trabajan, y mis lágrimas a medida que me iba alejando se disipaban.
La temperatura en la ciu

Vas pasando por los pueblos, espectros de edificios que configuran calles por las que en un tiempo existió la vida, el gentío y la felicidad de la Patria mundana pero alegre y sencilla. Apenas hay gente, te sientes parte de ese espectro y prosigues tu viaje hacia lo incierto. Hasta que llega un momento en el que decides pensar, y digo decides pensar porque ya te quedan pocas fuerzas, ha sido un acciden


Fumado el cigarrillo, decidí con pena darme la vuelta y fue un calvario. Calvario porque ya apenas tenía energías, tenía frío y llega un momento en el que todo se te hace muy poco soporífero, pero sabes que has de seguir, te queden treinta y tantos kilómetros, como si te quedan cien, has de seguir. Y es ahí cuando comienza el verdadero camino, al frío se le suma el agotamiento, la tortuosa vuelta en la que te cuando finalizas un camino siempre has de apañartelas entre el barro y las charcas heladas para buscar otros que puedan conducirte a tu destino. La orientación es básica, y sin saberlo, guiándote por tu instinto. Cada pedal es una tortura, miras al horizonte y no ves nada, no puedes más, lloras pero no te puedes rendir, y no porque te llamen cobarde si lo cuentas, sino porque es tu honor como persona el que esta en juego. Pero lo más interesante en todo esto, es que pierdes la esperanza, dejas de creer en que llegarás a tu casa y estarás calentito y te repondrás. Eso lo olvidas, piensas que nunca llegarás, que en algún momento caerás y ahí helado y cansado te quedarás. Pero en ese momento piensas que alguien si vas a alguna casa pasando por los pueblos, te podría dar algo de alimento, unas migajas de pan tal vez, pero no, te niegas a ello, tu has asumido lo que te podría pasar, y obras como tal, luchando frente al destino por tus propios medios, en esta causa solo tu estás involucrado y como tal, así obras.
Por fin te vas adentrando en las afueras de la ciudad, miras por última vez al Sol que ya ha comenzado a brillar en su plenitud desde hace un rato. El Sol te alumbra, alumbra tu rostro y los dioses te dan fuerzas, te sientes vivo, sabes que has sufrido bastante y que todavía te queda otro tanto, pero al sentirte iluminado por sus rayos, te sientes fuerte y sientes a la vida, a la virtud sobre ti. En tu regreso vas pasando por el mundo de las sombras, es decir, por la ciudad y sus habitantes, te sientes diferente, te sientes superior a ellos pero no por superior como tal sobre ellos, sino sobre ti mismo. Sientes indiferencia, tu ya has trazado tu camino, te sientes un salvaje, un pagano, como si a la vieja

Dado que puede que no vuelva a escribir hasta pasado el día 24, dedico este artículo a todos aquellos y aquellas, lectores y lectoras que me leéis. Vosotros, vuestras visitas y algunos comentarios agradeciendome tal labor, hacen que seais la causa por la que en mi sinceridad os exponga mis pensamientos y reflexiones como forma de incitaros a vosotros y a vosotras en vuestro viaje y en vuestra lucha interior. A todos vosotros y vosotras os deseo un feliz solsticio de invierno y que los dioses os den prosperidad en el ahora y en el mañana. Para los demás que creéis en otras religiones desearos lo mismo, pero sobre todo, que os améis por encima de las ideologías y las religiones a vosotros mismos y por supuesto, que seáis felices a vuestra manera. Pues a todos vosotros en estos días sagrados como pagano, os dedico cada palabra mía, hermanos míos, que la gloria sea con vosotros.

Un saludo.
Alexander Rol Jorge